Gabriel Zaid / Bases de datos

AutorGabriel Zaid

Una base de datos es un conjunto de registros informativos. La información de cada uno es distinta, pero su estructura uniforme.

Los diccionarios, enciclopedias, catálogos, mapas, censos, inventarios y directorios son bases de datos, así como el catastro, el registro civil, el padrón electoral, el registro de antecedentes penales y muchos otros.

Se compilan bases de datos desde hace milenios, por ejemplo: mapas de navegación y catálogos de estrellas. Pero el concepto general apareció con la informática.

Según el Oxford English Dictionary, el término "data-base" fue acuñado en California por la empresa Systems Development en 1962.

Las series de televisión muestran la búsqueda en computadoras, y parece facilísima. Pero los datos no pueden ser localizados, cruzados ni tabulados si no fueron registrados previamente.

La creación de una buena base de datos es difícil. Todavía más difícil es mantenerla actualizada, depurarla y enriquecerla. Sin mantenimiento, las bases de datos se vuelven basura.

Una tradición lamentable de la administración pública mexicana consiste en decir que el padrón recibido era inservible, no sólo por sus limitaciones de diseño y falta de mantenimiento, sino por los malos manejos integrados a la base.

No se investigan tales manejos ni se depura el padrón. Se empieza otro (desde cero), y a modo de los que llegan: con nuevos jefes, máquinas, papelería, credenciales y brigadas de casa en casa que recaben información y, de paso, adhesiones agradecidas a la nueva administración.

También es muy común que cada dependencia quiera tener su propia base de datos, en vez de aprovechar las que existen, como lo demostró la fallida interconexión de los registros policiales en la Plataforma México. Ahora lo reintenta Seguridad Pública (desde cero).

Cuando Gobernación, que tenía el padrón electoral, tuvo que entregarlo al Instituto Federal Electoral, se consoló inventando la Clave Única de Registro de Población (CURP), que movilizó a millones de personas, les robó tiempo y costó un dineral para entregar millones de credenciales innecesarias.

Nótese el narcisismo herido de la palabra "Única". No te confundas: este registro es el bueno, no el del IFE.

Para justificar el despilfarro, pidió a Hacienda que exigiera la CURP en diversos trámites, y hasta habló de mejorarla con datos biométricos en una cédula de identidad igualmente innecesaria, porque la credencial de elector funciona como tal.

Para su feudo aparte empezó ¡con los niños...

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