Gabriel Zaid/ Frente al debate

AutorGabriel Zaid

La democracia está llegando a México tan tranquilamente que se pierde de vista entre las noticias. Lo llamativo son las peripecias de la campaña presidencial, los desfiguros de los candidatos, las tácticas burdas o sutiles para ganar. Pero lo decisivo está ocurriendo en la sociedad: en los espectadores, más que en el espectáculo. Hay una primavera democrática entre los ciudadanos, que recuerda aquella cancioncita de Antonio Machado sobre los cambios imperceptibles que no llaman la atención hasta que sorprenden:

La primavera ha venido.

Nadie sabe cómo ha sido.

La democracia está llegando en un proceso de maduración, que empezó lentamente y está acelerándose. Una y otra vez, avanza donde se espera y donde no se espera, con cambios chicos, medianos y grandes. No son los protagonistas, sino los actores secundarios y, sobre todo, el público, los que están cambiando las cosas, acumulando avances que, a primera vista, resultan imperceptibles, cuando no decepcionantes.

No hace tantos años se daba por hecho que las únicas salidas posibles del régimen mexicano eran la insurrección armada, el golpe de Estado o la eternidad del sistema. Después de estas fantasías dogmáticas, hubo ilusiones pronto desilusionadas: que el enorme poder presidencial encabezara y condujera una transición a la democracia. Finalmente, con más realismo, pero sin éxito, se ha buscado un pacto histórico entre las cúpulas del poder social, empezando por los partidos.

Mientras tanto, los abusos del régimen (la corrupción, la mentira, la arbitrariedad, la impunidad), las crisis sexenales, la inseguridad pública, la nueva alianza entre mafias del poder y mafias narcotraficantes, se han vuelto intolerables para una sociedad cada vez más moderna y...

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