FRICASÉ / Títeres y titiriteros

AutorEl Abogado del Pueblo

Si como se dice "la esperanza es lo último que muere", tristemente en nuestro México Mágico ya está agónica.

¡Qué bárbaros!

Hasta el arte de simular hemos perdido porque ahora las transas son abiertas, cínicas, descaradas: no sólo vemos al títere, ¡sino también al titiritero!

Tenemos al TRIFE que se pasa por el arco del triunfo las graves observaciones sobre ilegalidades en la recaudación de firmas para subirse a la boleta presidencial por parte del Sr. Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón que le hizo el INE.

Se asoma la conveniencia política, la injerencia obvia del poder en cuando menos cuatro de los siete magistrados del TRIFE, y tutti (o casi) contenti con la barbaridad que es hacer caso omiso de un catálogo de ilegalidades en la obtención del registro descubiertas por el SUPREMO organismo electoral del País que es el INE.

Créannos, amigos lectores, que nos vale una pura y dos con sal que el Sr. Rodríguez sea o no candidato presidencial.

Lo que sí nos debe importar a todos es la CERTEZA jurídica, la legalidad, el hecho de que a nadie -quesque porque se violó su derecho de audiencia- le sea concedida impunidad absoluta para emplear medios indebidos adelantando con trampas su causa política personal.

Con la absurda decisión del TRIFE dándole un revés al INE, que descubrió numerosas animalías (son anomalías plus), se pone en duda su imparcialidad, lo cual hace de nuestras elecciones una farsa rayando en tragicomedia.

Todo con el TRIFE es AL REVÉS de lo que dice el INE, de manera que aparenta estar de adorno nuestro Instituto Nacional Electoral.

Mientras el TRIFE luce como una extensión del Poder Ejecutivo, al que si le conviene mantener en la boleta a alguien, quesque para quitarle votos a AMLO o a Anaya, se lleva trancas con tal de imponer la conveniencia política del momento.

Pero eso no es nada, al día siguiente del fallo-farsa del TRIFE, en el Pleno de la Cámara se aprueba la llamada "Ley Chayote", o sea, la mal nombrada Ley de Medios, la cual supuestamente, y por ordenamiento de nuestra Suprema Corte, debió ser legislada por nuestro Congreso para evitar el ABUSO discrecional en el gasto del dinero del pueblo en la autopromoción de los funcionarios en el poder.

Lo cual no se logra con esta Ley, pues en ese tema queda completamente vaga; vaya, no legisla lo que se le ordenó que legislara.

Burla tras burla, o broma encima de broma al pueblo, la consigna es darle rienda suelta al...

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