Francisco Martín Moreno / El anarquismo feminista

AutorFrancisco Martín Moreno

En los últimos días, 11 planteles de la UNAM se mantenían en paro de actividades con 161 mil alumnos afectados, sin olvidar los intentos por tomar la Torre de la Rectoría a martillazos.

Se llevaron a cabo diversas marchas respaldadas por encapuchados, como Colectiva Valkirias Negras, autodenominado "feminista radical y anarquista", y por Colectiva Ácrata Feminista, del CCH Azcapotzalco para exigir acciones efectivas contra la violencia de género, acabar con la represión estudiantil y evitar la presencia de porros en los planteles.

¿Cómo hacerse escuchar en un país de machos? ¿Cómo negar el indiscutible derecho de las mujeres a ser respetadas sin ser agredidas sexualmente por cavernícolas impunes?

Los hombres debemos sumarnos a su defensa civilizada para no resolver nuestras diferencias con las manos o las armas. ¿Pero no se encuentran francotiradores encubiertos en ese justificado movimiento feminista?

El anarcofeminismo mundial, al oponerse a todas las relaciones de poder coactivas, pretende la autonomía de cada mujer, su emancipación y su realización como individuo. Aquí el lema antiguo de las anarquistas: "Ni Dios, Ni Patrón, Ni Marido", a lo que yo agregaría ni gobierno, tampoco.

Ellas se oponen con cocteles molotov y otras armas al Estado y a todo orden coercitivo, al cual identifican como parte de un patriarcado supresivo, el origen de su desigualdad.

Para las anarcofeministas, cualquier estructura jerárquica de derecha o izquierda es de extracción masculina y, por tanto, implica autoritarismo, dominación y explotación, por lo que, ante una incapacidad histórica de ser respetadas, echan mano de la violencia para imponerse en una sociedad que ignora sus derechos.

Lo anterior intenta exhibir las respuestas feministas ante la desigualdad y las agresiones padecidas por ellas, así como las herramientas panfletarias a las que recurren para conquistar sus justificados objetivos.

Llama la atención ver en el Cono Sur, así como en otras latitudes, la presencia de encapuchados vestidos de negro, como ocurrió en Chile, en donde esos personajes aprovecharon una marcha civilizada de protesta por el régimen de pensiones para incendiar buena parte de la red del Metro de Santiago, quemar iglesias, universidades, viviendas, sedes de partidos políticos y edificios...

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