Francisco Javier González / Directo y sin escalas

AutorFrancisco Javier González

Lo que hace emocionante al deporte es que sus triunfadores tengan una competencia que les obligue a ser mejores.

Obtener la victoria por estrecho margen, en un pulso como el que ayer en Bahréin vio triunfante a Lewis Hamilton sobre Max Verstappen, es de lo más emocionante que puede suceder.

No habremos de meternos en la sinuosas curvas que no son fáciles de dominar, porque el automovilismo es un deporte en el que es necesaria la opinión especializada de los expertos, pero el concepto de toda competencia es el mismo: de la oposición surge la excelencia.

Varias horas después de lo ofrecido por la Fórmula 1, el futbol mexicano brindó un motivo para celebrar: la clasificación del equipo varonil a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

No hay nada que reprocharle a Jaime Lozano y su tropa, que ganaron todos los partidos que disputaron, a falta de la gran final contra Honduras que se celebra con pasajes para ambos en la bolsa.

El único gol que recibió México en todo el torneo fue derivado de una falta afuera de su área marcada como penal, lo que nos recuerda que el arbitraje de Concacaf es más disparejo aún que el nivel de los equipos que la conforman.

Al tiempo en que varios astros internacionales levantan la mano para reforzar a sus selecciones olímpicas, las llamadas a ser futuras figuras del futbol mexicano han obtenido ese derecho sin lugar a la menor duda.

No se puede calificar de brillante la eliminatoria, porque el nivel de los adversarios nunca presionó, ni puso en riesgo la clasificación mexicana.

Ni Estados Unidos, rival siempre a tomar en cuenta pese a las ausencias que voluntariamente...

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