Felipe Díaz Garza / A enseñar las cartas

AutorFelipe Díaz Garza

Como el buen mal consejero que es, Felipe Calderón receta la medicina al enfermo que no lo consulta y ni siquiera está enfermo, pero él mismo, que sí está enfermo, no se la toma, pues sabe que le va a caer mal.

Desde Harvard, donde reposa becado la resaca de su todavía reciente Presidencia de México, mi tocayo se reporta, vía su nada privada cuenta de Twitter, para reprocharle al PAN, su partido (que él cree que es el partido de su propiedad), que ventile públicamente problemas internos. Ello después de que el actual presidente nacional blanquiazul, Gustavo Madero, amenazó a Ernesto Cordero con removerlo del cargo de coordinador de la bancada de ese partido en el Senado, amenaza que cumplió ayer mismo en Cordero, pero que realmente castiga al PAN, cuya "unidad" ahora sí se convirtió en una pieza de ficción.

"Vieja regla del PAN: los asuntos internos se ventilan internamente. Cuando los presidentes la preservábamos el partido avanzó notablemente", escribió el autodenominado "hijo desobediente" en el aire cibernético abarrotado de presencias.

Ciertamente no estoy de acuerdo con la torpe posición maderista de defensa al Pacto por México, y me hace sospechar todo lo sospechable que el mismo madero viejo que es Madero prácticamente hizo romper al PAN con la promoción presidencial cuando pasó lo de la transa electoral de Veracruz y la Sedesol. Y ahora sale con que Peña Nieto lo contentó a tal grado que este Maderito se convirtió en el adherente sine qua non del dichoso Pacto. Pues, ¿de a cómo no?

Fue de tan insólita fuerza la conversión del panista de a potis a la fe priista que Madero montó en cólera contra su supuesto correligionario, el Senador Cordero, quien, más bien como chivo alborotado que como borrego, se opuso al Pacto y a su apoyo por el PAN maderista, lo que lo hizo objeto de la amenaza de ser mandado al rastro a puros maderazos.

Pero ni el presidencialismo peñista de Madero, ni el antipactismo calderonista de Cordero, ni la concomitante disputa entre uno y otro tienen obligadamente que ser conocidos sólo en discusión interna, como pretende la vieja regla de silencio recién invocada por el hablantín ex Presidente Calderón.

Hay que abrir las ventanas y ventilar los cuartos apestosos. Ello aunque la publicitación se lleve entre las patas de los caballos al Partido Acción Nacional que, ciertamente, Madero está regresando nuevamente, con una oblicua estrategia...

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