Felipe Díaz Garza / Reacción a la inacción

AutorFelipe Díaz Garza

Lo que fácil se gana, fácil se pierde. Especialmente si los estímulos, eventualmente fabricados, que provocaron el fervor popular por un candidato dejan de producirse y son sustituidos por una especie de reforma de la ley de Newton, que establece que a toda acción corresponde una reacción. En el caso de Jaime Rodríguez habría que agregarle que a toda inacción también.

La popularidad multitudinaria del hoy Gobernador se gestó en su respuesta pronta y mortalmente contundente a los atentados a balazos en su contra, que presuntamente buscaban su muerte cuando recién arrancaba su periodo como Alcalde priista de García, a los que el entonces edil reaccionó disparando él mismo como defendido, no como Alcalde, sino como hombre amenazado.

Jaime vendió cara su vida. Por eso la salvó y está vivo, afortunadamente, gracias a sus ganas de sobrevivir.

A partir de ese suceso, la popularidad del Alcalde priista creció como la espuma. Eso, sumado a los balazos morales que le dio a su partido, el PRI, cuando entendió que sus amigos del tricolor jamás lo postularían como candidato a Gobernador, le dio la llave de la victoria, pues a "la raza", como él histriónicamente acostumbra referirse a la ciudadanía electoral, le gustan los peleoneros, los que se defienden, los que son capaces de partírsela por otros, los que traen pistola y están dispuestos a usarla para defenderse.

El electorado votó por un defensor, por una especie de Robin Hood que se atravesara por los de abajo, por los amenazados de siempre, que de alguna manera se sentían representados por alguien de los suyos o maquillado como tal.

Pero ¿qué es lo que pasa? Pues nada más que, cuando logro su propósito, Jaime guardó la pistola o se la dio a guardar a alguno de los guardaespaldas que lo cuidan a él, no al pueblo.

El Gobernador independiente en ejercicio de hoy no es el mismo que era Alcalde priista de García en campaña hace poco más de tres años. Sigue dicharachero, platicador y se maquilla y viste como rebelde texmex, pero le da un trato reverencial al Presidente de la República, al que ensoñadoramente espera suceder, aunque las brujas de Macbeth no le hayan hablado ni le vayan a hablar. Y si lo hacen, no pasa...

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