Felipe Díaz Garza / No más sueños

AutorFelipe Díaz Garza

La iniciativa fiscal del Presidente Calderón busca enfrentar, primero que nada, el empobrecimiento de su Gobierno, causado por la crisis financiera global y agravado por la influenza que, como ya es patente, llegó para quedarse.

Más que invertir en el porvenir, los impuestos nuevos y los reformados, en caso de ser aprobados, le permitirán al Gobierno pagar las deudas del pasado. El más claro ejemplo es el paternalista impuesto contra la pobreza con el que, también de ser aprobado, Calderón tratará de atenuar las carencias de los millones de mexicanos que se han vuelto pobres durante su régimen y los millones que le heredaron sus antecesores del PAN y del PRI.

Además de que es un sueño imposible (y Calderón y Carstens lo saben) que el dichoso IVA cachiruleado alivie sustancialmente la pobreza de más de la mitad de los mexicanos y aunque el Secretario de Desarrollo Social diga que son pocos los millones de empobrecidos por el calderonato, este gravamen no aportará nada a la productividad y al combate del desempleo del País, sino todo lo contrario. El consumo será desalentado, con lo que consecuentemente habrá más empresas quebradas y más desempleo, con lo que habrá todavía más pobres.

Mas, en el fondo, hay que recalcar que este nuevo impuesto y los incrementos en los viejos y recientes, como el ISR y el IETU y los que se aplican a ciertos servicios como la telefonía celular y la televisión cerrada, pretenden completarle el gasto al obeso Gobierno federal, cuya mórbida gordura no se reducirá con la transferencia cosmética de las secretarías dizque desaparecidas, pero reaparecidas en la secretaría más cercana, como Turismo o Función Pública, esta última reconvertida en la resucitada Contraloría.

Si lo que se busca es completar el gasto y eso apretadamente, pues, con los efectos perniciosos de la "reforma", lo que entre siempre será menos de lo que dejó de entrar, de ninguna manera se producirá el crecimiento que todos parecemos desear, entre los que están incluidos la mayoría de los mexicanos, trastornados desde hace muchas décadas con el canto de sirena del desarrollo. De hecho, una parte importante de la sociedad, la que junto con los gobiernícolas forma parte de la clase dirigente, ha estado deslumbrada, más que otros sectores, con el sueño del crecimiento acelerado.

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