Felipe Díaz Garza / Que los mantengan en su casa

AutorFelipe Díaz Garza

El presidente del INE, Lorenzo Córdova, está equivocado al decir que el financiamiento público "es una buena apuesta, que ha permitido generar mejores condiciones en la competencia y autonomía de los partidos frente a los intereses que están detrás del financiamiento privado. Pero también me queda claro que es un monto que ha crecido exponencialmente.

"(Pero la reducción) tiene que hacerse bajo una premisa, hay que hacer un análisis muy puntual de cuáles son las necesidades de gasto de los partidos políticos para que cerrar la llave no se convierta en un colocar a los propios partidos en una condición de tener que buscar recursos donde no queremos que lo busquen".

La "obligación" de los partidos de utilizar sólo dinero público no ha impedido el flujo de recursos privados a las campañas electorales, incluidas algunas recientes, como la de Enrique Peña Nieto para la Presidencia de la República en la que el candidato priista o su partido utilizaron dinero privado aportado por empresarios para comprar votos.

Tarjetas de débito de instituciones financieras y cadenas comerciales fueron utilizadas ampliamente para corromper a los electores.

Esa corrupción penetró al régimen de Peña, que favoreció con contratos milmillonarios a empresarios que apoyaron a candidato y partido, como ocurrió, sin que ninguna exoneración haya resultado efectiva en la percepción y en la información públicas, en el sonado escándalo de la Casa Blanca, que marca el intercambio de recursos y favores retributivos totalmente delictivo entre empresarios, candidatos, partidos y Gobierno.

Mil formas más hay y se aplican todas de que el dinero privado determine la vida política electoral de este País, ello a pesar de los frágiles candados del financiamiento público de las campañas.

De hecho, el financiamiento público es otra forma de poner el control electoral en manos que no sean las del electorado al votar.

Múltiples trampas pueden ser cebadas por el propio INE, cuya integridad sólo está garantizada por las ganas de transar o de no transar de sus consejeros y presidente y de los tribunales electorales, usualmente proclives a la corrupción o, cuando menos, a la...

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