Felipe Díaz Garza / La doma del jamelgo

AutorFelipe Díaz Garza

Hace dos semanas, al asistir al informe del presidente del Tribunal Superior de Justicia, el Gobernador Jaime Rodríguez Calderón reconoció los logros en materia de transparencia y aplicación de recursos de esa institución.

Eso de pasada, porque realmente regañó a jueces y magistrados, a los que, como lo hace reiteradamente, demandó cambiar la forma en la que se imparte justicia.

"La violencia avanza, los delitos crecen, tenemos que cambiar quizás muchas de las leyes", pontificó el no pontífice. "Los delitos de alto impacto generan una percepción negativa en la acción de la justicia, crecen los feminicidios y no tenemos una respuesta de una sociedad que quiera colaborar, porque desconfía de la autoridad".

Rodríguez enfatizó su postura de establecer sanciones más duras, aunque no mencionó ahora su anterior proposición de mochar las manos a los ladrones.

"Es por eso que hoy que tendremos un nuevo Congreso, un nuevo Gobierno, nuevos ánimos que permitan que reflexionemos en ese sentido, necesitamos penas mucho más duras, más efectivas, que hagan que la sociedad se sienta tranquila y el delincuente le tenga miedo a la Ley".

Las apresuradas conclusiones de Rodríguez Calderón nos demuestran también que detrás de su autoimpuesto apodo no hay inteligencia, igual que en un potro bravo y reparador, pero desprovisto (el caballo) de una mente juiciosa, inteligente y disciplinada en el rigor de la reflexión filosófica y el pensamiento académico, ni siquiera el pensamiento a secas.

Esos ejemplares son jóvenes, pero no inteligentes. Luego, con la doma, el animal deja el salvajismo y el vigor juvenil, pero sin ganar inteligencia o conocimiento, sino tan sólo volviéndose condicionado a estímulos, como los que, dolorosamente, generan las espuelas, el fuete, la brida y hasta el bastón eléctrico.

A su edad, nuestro Gobernador de ninguna manera es un potro juvenil y salvaje, pero tampoco está condicionado ni ha sido disciplinada su inteligencia por ningún bastón de descargas eléctricas ni por crueles piquetes de espuelas. En la adultez mayor, ningún potro redomado cambiará hacia una inteligencia...

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