Felipe Díaz Garza / Buscarle tres pies al gato

AutorFelipe Díaz Garza

El viernes le escribí aquí mismo que el estado de guerra es una condición indeseable en un proceso electoral, como el que nos ocupa actualmente a los nuevoleoneses, en el que idealmente la paz debería imperar. No faltó quien me recordara que, en un artículo anterior, había propuesto que las cosas feas que los candidatos decían unos de otros era información necesaria y útil para que el elector tuviera más elementos de juicio para votar razonadamente.

Sigo pensando lo mismo que mi lector ha tenido a bien recordarme, lo que le agradezco aunque no se me haya olvidado la idea hoy sujeta a recordatorio. Mas esa idea tenía que ver, tiene que ver, con revelaciones sobre actos de corrupción o incompetencia en su trabajo profesional que los candidatos hagan unos de otros, que puedan ser respaldadas con pruebas irrefutables, testimoniales o documentales. Esa información y sus pruebas son necesarias, y deben ser recibidas y revisadas por los electores.

Pero este viernes hacía referencia a calumnias y rumores sobre los candidatos, utilizados por sus oponentes o por sus partidos para descalificar a los otros sin aportar prueba alguna. "Se dice que tiene una casa más grande que el estadio de la Uni", "Se dice que es un borrachales y un drogadicto", "Se dice que es de los otros", "Se dice que le pega a la señora o que la señora le pega", "Se dice que es mocho", "Se dice que es ateo" y así por el estilo, más grueso o más delgado el hilo con que se teje la infamia, son las descalificaciones de la guerra por el poder.

A los electores no nos sirve para nada una campaña de rumores, decires y chismes comadreriles de vecindad y sí nos sirve, insisto, la revelación de verdades verdaderas. Si un candidato o su partido sabe algo malo de un candidato de su oposición, que lo diga, pero que lo pruebe irrefutablemente. Así estaremos informados para poder votar. Si el revelador no lo hace así y sólo aporta calumnias o rumores, también quedaremos informados, pero de la ruindad y deshonestidad del convenenciero informador, en cuya contra, al menos yo, votaré el 6 de julio.

Mas lo cierto es que, digamos lo que digamos, no vamos a evitar la guerra de calumnias infamantes en plena campaña, por lo que resulta imprescindible, vecino, que usted y yo seamos muy juiciosos y que revisemos analíticamente todo lo que nos dicen unos a otros a diario, para tratar de dirigir nuestro voto. No nos dejemos ir a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera, porque nos equivocaremos y será...

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