Felipe Díaz Garza/ Ya cambiamos, Fernando

AutorFelipe Díaz Garza

Fernando Canales cometió el mismo error que cometió Natividad González Parás en su desayuno de campaña del sábado. Ambos desaprovecharon magníficas oportunidades de quedarse callados o, cuando menos, de hablar de asuntos menos arduos para los dos que su papel (el de uno y otro) en la vida política del estado. Como hacía la tía de una amiga mía, cuando la conversación se ponía difícil, mejor hubieran hablado de novios y no de sus respectivas incompetencias y omisiones, cantadas las de uno por el otro y viceversa.

González Parás acusó a Canales de no haber compuesto lo que sus colegas priístas (los de Nati) descompusieron, en lo cual tenía algo de razón, aunque el ahora fiscal perseguidor del Gobernador eludiese el origen tricolor de las descomposturas. El panista Fernando mordió el anzuelo, se atravesó bien el cachete con él y se puso a darle al "lero lero" con singular alegría para asegurar que sí ha trabajado y pedirle al Nati que, para comprobarlo, les preguntara a los vecinos del barrio de la Santa Cruz si sus expectativas se habían cumplido o no.

Canales andaba en la Santa Cruz inaugurando las obras públicas que está realizando en preparación del terreno para obras sectarias privadas, la cruz de un escultor gachupín con la que el canalato dará el grito el próximo 15 de septiembre. De pasada, el Gobernador buscó ser todavía más ingenioso, diciendo que este segundo intento de ser Gobernador de González Parás, quien ya fue candidato, precisamente frente a él, le recordaba el dicho popular que asegura que el hombre es el único ser vivo que se tropieza dos veces con la misma piedra.

En cuanto a tropezarse dos veces con la misma piedra, el dicho esgrimido por el panista podría quedarle más bien al electorado que más que con Nati, quien no ha sido electo Gobernador ni una vez por el pueblo, se habría tropezado con Fernando, a quien ya eligió dos veces, la primera de ellas, según el mismo Canales, hace 15 años.

Pero el que sería su primer tropiezo fue reivindicado por el propio Fernando quien, seguramente para borrar su primer tropiezo, salió corriendo a toda velocidad de aquella célebre macaniza en la Gran Plaza, para refugiarse en el seguro búnker corporativo de la empresa que posee en sociedad con sus primos priístas. Ha de ser, pues, por esa correteada de 1985 que no se incluye a sí mismo en la estadística de los repetidores de tropiezos, en la que sí incluye al Senador González Parás, quien no escapó corriendo en el 85 pero se tropezó sin...

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