Federico Reyes-Heroles/ La corrupción

AutorFederico Reyes-Heroles

Recientemente he tenido la oportunidad de asistir a dos seminarios sobre corrupción. El primero fue organizado por la Fundación J. and C. MacArthur en la ciudad de Chicago para estudiar las políticas generales de instituciones internacionales sobre corrupción y los casos concretos Nigeria, Filipinas, Rusia, India y México. El segundo encuentro fue en Río de Janeiro, para escuchar las experiencias de los capítulos latinoamericanos de Transparency International. Allí estuvieron presentes Argentina, Colombia, Chile, Brasil, Guatemala, Venezuela, Paraguay, Uruguay, Panamá, República Dominicana y México. Siento entonces la obligación de transmitir al lector el riquísimo intercambio de información allí vertida. Trataré de ordenar las argumentaciones independientemente del origen por país.

Lo primero quizá sería señalar el importante cambio de actitud del Banco Mundial hacia este problema. Daniel Kauffman, funcionario del BM, ha tratado de sistematizar la preocupación del presidente de esa institución. El Banco Mundial se ha alejado de la concepción "institucionalista", por denominarla de alguna manera. Es decir, están hoy convencidos de que las modificaciones en las instituciones, principalmente el Poder Judicial, son necesarias pero no suficientes.

Kauffman ha realizado una interesante investigación sobre cuándo y por qué el comportamiento ciudadano se apega a la ley. Un hipotético sobre con 2 mil dólares puede ser encontrado en tres diferentes situaciones: a) cuando el ciudadano está cierto de ser vigilado; b) cuando duda de estar siendo observado y c) cuando está cierto de no ser observado. Los porcentajes de quienes siempre lo entregan o siempre se lo quedan parecieran ser básicamente el mismo. Los primeros tienen una alta interiorización de la legalidad que contrasta con los segundos. Por supuesto hacer crecer este porcentaje es un objetivo. Son ellos los que nunca se pasan un alto, incluso cuando están solos y de noche. Los imprescindibles diría Brech.

En México ese segmento alcanza a alrededor del 17 por ciento. Pero la mayor preocupación se centra en el enorme espectro de personas que oscilan entre una actitud y la otra. Pareciera ser que allí es donde radica la diferencia entre un país con bajo o alto nivel de corrupción. Allí está el quid. Pensar en la necesidad de tener un gendarme en cada esquina para que se respete la ley es inviable. Necesitamos entonces observar los estímulos y desestímulos (punibilidad, condena social, recompensa)...

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