Proyecto Familia / Para que no discriminen, edúcalos con el ejemplo

AutorFernando Pascual

Es fácil aceptar que todos los seres humanos tenemos la misma dignidad. En cambio, no es tan fácil tratar a los demás con el respeto que merecen, ni tampoco evitar discriminaciones injustas hacia quienes son distintos.

La familia está llamada a ser la primera educadora en el respeto a todos. Especialmente respecto hacia quienes pertenecen a otras razas, religiones, culturas y clases sociales.

El niño aprende, desde su hogar, que existen personas diversas.

Las distinciones más originales, las que el niño percibe desde sus primeras experiencias en el hogar, son las que se dan entre el padre y la madre, entre los padres y los otros hijos, entre los familiares más cercanos y los más lejanos, entre los familiares y los que, sin ser familia, entran en contacto frecuente con los hijos.

En este nivel de relaciones, el niño necesita adquirir actitudes de respeto hacia los cercanos.

Los padres hacen una labor enorme si se tratan entre sí con mucho cariño y sin alusiones despectivas. Igualmente, los padres ayudan al hijo a apreciar a los demás familiares y conocidos si los tratan bien: los más jóvenes y los más ancianos, los sanos y los enfermos, los que "triunfan" en la vida y los que viven sumergidos en serios problemas humanos.

'LOS OTROS'

La familia también enseña en un segundo nivel cómo relacionarse con los "extraños", "los otros" que abarcan muchos grupos: los que viven en el mismo edificio o son de otros lugares, los de la misma posición social o de niveles diferentes, los de la misma nación o de otros países, los de mayor o menor edad...

Cada uno de "los otros" merece respeto simplemente en cuanto a su cualidad de ser humano.

Desde luego, algunos de ellos pueden llegar a tener comportamientos reprobables, y resulta oportuno enseñar a los hijos que ciertas cosas que ven no son correctas.

Pero ello no quita el ver maneras para que los hijos reconozcan que, en la gran diversidad humana, es necesario tener siempre una actitud de acogida benévola hacia el otro.

Pensemos, por ejemplo, en la distinción entre hombres y mujeres. Hay niños varones que, desgraciadamente, se acostumbran a criticar a las mujeres, incluso a despreciarlas o a tratarlas como seres menos capaces, condenados de por vida a someterse a los hombres.

Puede ocurrir algo parecido en las niñas, que piensan que casi todos los hombres son seres informales, violentos, dejados, agresivos, borrachos.

Los padres necesitan estar muy atentos para evitar este tipo de discriminaciones. El...

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