FAMILIA 21 / ¡No es mi hijo!

AutorJesús Amaya

¿Cuántas veces vemos niños con un mal comportamiento en la calle y no nos atrevemos a llamarles la atención por miedo a la reacción de sus papás?

Un amigo me decía: "Tengo un sobrino que siempre en las reuniones familiares hace berrinches, grita y tira las cosas porque no le dan lo que quiere. Y sus padres, en vez de corregirlo, lo dejan y arruina la reunión. Me dan ganas de disciplinarlo, pero no es mi hijo".

En mi trabajo de orientación con parejas que van en su segundo o tercer matrimonio, observo una gran confusión con respecto a los roles y funciones entre padrastros e hijastros: "¿Hasta dónde puedo corregirlos porque no son mis hijos?", preguntan.

En Estados Unidos, el 50 por ciento de los matrimonios termina en divorcio, un 67 por ciento en el segundo matrimonio y un 73 por ciento de divorcios son en el tercero. Y se incrementa más la probabilidad de divorcio si el nuevo matrimonio es acompañado de hijos.

¿Por qué existe el miedo o apatía a corregir a los niños por su mala conducta, aunque no sean propios?

Recuerdo en mis años de secundaria cuando el grupo de amigos decidíamos no ir a la escuela y vagabundeábamos por el barrio y un vecino nos veía, inmediatamente hablaba a las mamás para decirles que nos habíamos "volado" la escuela. Y al llegar a casa la que nos esperaba. Todos nos cuidaban. Jamás mi madre reaccionó negativamente ante la intromisión del vecino, sino todo lo contrario, le agradecía el haberle avisado.

Hace uno meses caminaba por el Parque Fundidora y observé que un niño tiró una bolsa de papitas vacía al piso. A medio metro de distancia había un basurero y no la tiró en su lugar. Su madre iba al lado de él y no le dijo nada. Y ahí va el Dr. Amaya de metiche, siempre metiche, le digo al...

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