Excepcional en todo

AutorMarco Castillo

Carmen Montejo llegó a México como una "muñeca" y con los años se convirtió en una reina.

No hubo personaje, género, matiz de voz y caracterización que no dominara.

Desde el melodrama tradicional en cine y televisión, hasta los clásicos del teatro y las tragedias griegas, la actriz pudo con todos.

Fue ayer, a los 87 años, cuando la actriz, quien desde hacía unos años se encontraba en su casa, exhaló el último suspiro... dejando tras de sí un legado más que valioso.

Desde la inolvidable tísica de Nosotros los Pobres hasta la Esperanza de Cuna de Lobos, la mujer atesoró cantidad de personajes que bordó y les dio un estilo propio con los que conquistó a millones de personas.

Era una jovencita Muñeca Sánchez, la que llegó de Cuba a finales de los 40, quien probó suerte en las radionovelas antes de dar el salto a la pantalla grande con cintas como Resurrección, No Matarás y El Camino de los Gatos, esta última una de sus favoritas y que hizo junto a Emilio Tuero.

La década de los 50 fue la que la definiría como la extraordinaria actriz en la que se convertiría.

Con muchos papeles de cuadro se robó las historias como ocurrió en Qué Te Ha Dado Esa Mujer, que hizo con el inolvidable Pedro Infante, pasando por En la Palma de Tu Mano, Sor Alegría, Anillo de Compromiso, Todos Son Mis Hijos, La Infame, Reportaje, La Sospechosa, Acuérdate de Vivir, La Pequeña Enemiga y hasta en la clásica de terror El Vampiro, con Germán Robles.

Ya en los 60 incursionaría con fuerza en la televisión, en teleteatros como Las Troyanas, o las primeras teleseries El Retrato de Dorian Gray, junto con los melodramas Destino, Doña Macabra, El Juicio de Nuestros Hijos, Los Medios Hogares y Secreto de Confesión.

Éstas las combinaría junto con otras cintas de los 60: Las Aventuras de Juliancito, Las Vírgenes Locas, Sor Ye-Ye... Hasta que inició la década de los 70 con una de las primeras novelas más largas que se hicieron por ese entonces y junto a la española Amparo Rivelles: La Cruz de Marissa Cruces.

Carmen era infatigable y siempre estuvo en búsqueda de personajes que explorar o emociones nuevas que sentir... y transmitir. Y así lo logró con el teatro, que fue otra de sus grandes pasiones y en donde se forjó como lo que fue: la actriz más grande con que contó el cine y la televisión mexicanos.

Logró excelentes puestas de corte histórico como María Estuardo, donde dio vida a la trágica reina escocesa; se ganó a los críticos y a la audiencia con la obra ¿Quién Teme a Virginia...

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