Evocan su palabra

AutorJulieta Riveroll

MÉXICO.- A las siete de la mañana, una vez que había "devorado" los periódicos, el escritor Carlos Monsiváis llamaba a sus amigos por teléfono para comentar los últimos acontecimientos del País o hablar, a veces mal, de las amistades en común.

Sostenía conversaciones telefónicas a diario con el caricaturista Rafael Barajas "El Fisgón", con la antropóloga Marta Lamas, con el economista Rolando Cordera, el ambientalista Iván Restrepo, los periodistas Jenaro Villamil y Jesús Ramírez Cuevas, el filósofo Bolívar Echeverría (1941-2010) y su esposa Raquel Serur, experta en letras inglesas.

"Echo de menos sus llamadas para comentar las noticias del día, las barrabasadas de la clase política o de los empresarios, sus pifias, su racismo, su ignorancia, todo eso que destacaba Carlos con una capacidad y una mordacidad impresionantes", confiesa Ramírez Cuevas.

"Esa interlocución, ese trato privilegiado, lo extraño mucho".

Atrás quedaron también las comidas dominicales, cada 15 días, en las que un grupo de amigos, encabezado por Monsiváis, fallecido el 19 de junio del año pasado, pasaba revista a la agenda nacional y cultural de México.

Las citas eran en André, restaurante de comida internacional ubicado en Miguel Ángel de Quevedo 992, en la casa del escritor José María Pérez Gay, o en la cafetería del Palacio de Bellas Artes.

"Mi vida personal se ha empobrecido sin Monsiváis. Era una fuente de riqueza", admite Serur a un año del fallecimiento de su amigo.

En esas reuniones, el cronista solía dejar boquiabiertos a los asistentes, pues gracias a su memoria prodigiosa lo mismo citaba frases filosóficas que poemas y canciones y, a la vez, enriquecía los trabajos académicos o periodísticos de quienes estaban presentes.

"Siempre aportaba un elemento nuevo, una referencia histórica, un libro, un dato preciso que podía ayudar a ver con otros ojos los fenómenos", explica Ramírez Cuevas.

Antes de que fuera hospitalizado por una fibrosis pulmonar, Monsiváis se veía los sábados en la cafebrería El Péndulo, de la Zona Rosa, con moneros como "El Fisgón" y Helguera, el periodista Javier Aranda Luna y otros amigos que compartían con él nuevas ediciones de algún libro de arte o literatura, relató Villamil, quien llegaba a recibir ocho o más llamadas telefónicas a diario del autor de Días de guardar.

"El Fisgón" extraña las idas a Plaza del Ángel a comprar antigüedades y Alejandro Brito, director del suplemento Letra S, las tardes domingueras en las que se la pasaba...

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