Es don Tino un vendedor 'todo terreno'

AutorEliud Pérez

"Ya llegó el señor de los duritos", exclama emocionado un joven que aguarda ansioso a Florentino Balderas Sáenz en el Cerro de la Silla, en el desaparecido teleférico.

Es el primer cliente del día para don Tino, un vendedor de las alturas, ejemplo de muchos paseantes.

El vecino de la Colonia 21 de Enero, en Guadalupe, prácticamente vive de su resistencia física, pues debe soportar en su espalda unos 35 kilos de víveres para ofrecerlos en venta a visitantes del sitio turístico.

En términos de vehículos, él sería un "todo terreno", pues con todo y carga llega a la meta antes que muchos deportistas, y sin hacer escala.

Ascender los 700 metros de desnivel entre las faldas del cerro y el viejo teleférico, que exigen recorrer 2 mil 700 metros, es para muchos una rutina, para otros una distracción, pero para Balderas es un modo de vida.

Tres o cuatro veces a la semana, don Tino accede al Cerro de la Silla con un tambo improvisado como mochila lleno de refrescos en lata, botes de agua, duritos y tostadas, frascos de salsas, servilletas, hielo, repollos y un recipiente con frijoles.

Cuando la oscuridad aún cobija a la Ciudad, a las 6:25 horas, igual que desde hace 10 años, el vendedor llega a las faldas del cerro.

Unos paseantes inician su travesía, otros ya están de regreso.

"Buenos días, Tino. Ánimo, hoy te va a ir bien", alientan al "todo terreno" humano en sus primeros pasos.

"El ánimo lo traigo. No me pesa ya tanto (la carga), ya me acostumbré", comenta mientras es rebasado por jóvenes y familias, a quienes Tino alcanza más tarde.

Allá arriba ha pasado heladas de hasta 7 grados centígrados bajo cero, lluvias...

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