Prefiere Erik Weihenmayer ser protagonista, no espectador

AutorCarmen González

Aunque Erik Weihenmayer no nació ciego, siempre tuvo problemas con la vista. Sus ojos se fueron debilitado a lo largo de su infancia, y para cuando cumplió 13 años, su mundo se instaló de forma permanente en la oscuridad.

A pesar de ello, incluso tal vez gracias a esto, Erik decidió que no sería un espectador, sino un protagonista.

"Siempre me gustó la actividad, mi familia es muy deportista y yo quería ser bueno en algo y descubrí que escalar era un buen deporte para mí, puesto que ya no podía participar en otros juegos que requerían mayor precisión", dice.

Así fue cómo Erik se unió a una asociación especializada en llevar gente ciega a las montañas en Massachusetts.

Años más tarde, lo que comenzó como un pasatiempo se convertiría en el prinicipal motor de su vida y en un ejemplo a seguir para miles de personas.

Pero además de ser un alpinista profesional, Erik es un viajero empedernido que atesora los momentos vividos en cada ciudad y montaña, pues al no ver los lugares, los experimenta.

"Aunque estoy ciego, sigo experimentando la emoción del viaje y la aventura, la amistad y el trabajo duro para llegar a la cima", expresa Weihenmayer.

"Y siento: las rocas, la nieve, el hielo bajo mis pies. Además, mi guía hace descripciones para mí que me ayudan a saber detalles hermosos del exterior".

El resto de sus sentidos no están más desarrollados que los de una persona que sí puede...

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