Entrevista / Eduardo García / Da su 'máximo'

AutorTeresa Rodríguez

Las mesas de sus restaurantes se han ganado el reconocimiento de críticos, comensales y listados. Basta pararse por ahí cualquier día para comprobar que sus platillos son objeto del deseo entre propios y fuereños.

La suya es una historia digna de narrarse a detalle, porque el lavaplatos que cumplió condena en prisión es hoy uno de los cocineros más reconocidos de la escena nacional.

Antes de mudar el restaurante en el que se ha dejado cuerpo y alma, Eduardo García publica un libro en el que abre las puertas de su cocina y los recovecos de su memoria.

¿Qué motiva este libro?

Alguien en redes me puso que qué bueno que ya había hecho mi libro, que está muy de moda, pero yo nunca he visto esto como una moda.

Tampoco era mi objetivo hacer un libro de cocina; pero este año tomamos la decisión de mudarnos a otro lugar más cómodo.

Cuando Vivian (Bibliowicz) me dio esta idea, me puse a pensar en las razones. Una de las primeras fue cómo agradecerle a este espacio que nos ha dado tanto: el conocimiento, el reconocimiento, la parte económica...

Empezamos a platicar sobre cómo lo quería: de agradecimiento al lugar, a las personas que lo hacen posible, a los proveedores -porque sin producto no hay buen platillo-; y así fue.

¿A dónde te mudas?

Muy cerca de aquí.

La tuya es cocina de mercado, del día, ¿cómo fue la curaduría de las recetas?

Tal y como lo acabas de describir. Hay platillos que sólo hicimos ese día y se fueron al libro. No podíamos hacer un libro que fuese diferente a lo que somos.

Esos momentos que han marcado tu vida...

Todo empieza desde que tenía 2 años, han sido migraciones, mudanzas, momentos oscuros y muy claros, pero son los que me tienen justo aquí.

El siete siempre ha sido muy importante y, acabando estas entrevistas, no puedo seguir hablando de ese número, porque es mucha energía.

Nací en el '77; en el '87 mis padres me llevaron a Estados Unidos; en el '97 me metieron a prisión; en el 2007 me deportaron y en 2017, por primera vez, empiezo a sentir el cansancio, se me cae el pelo, me hacen resonancias...

Tienes relación especial con el campo ¿qué recuerdos guardas?

Muchos. Cuando era niño trabajaba en la milpa, en mi pueblito, en Guanajuato: las lluvias conectadas con el ciclo de la milpa, la tierra cuando tenías que barbechar, todos esos olores los tengo presentes.

Cuando vivía en Estados Unidos, el olor de la naranja, del jitomate, específicamente de las hojas, no tanto la fruta; la cebolla, la humedad de Michigan en las...

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