Enrique Krauze / La palabra populista

AutorEnrique Krauze

En junio del año pasado, en una conferencia de prensa con sus contrapartes de México y Canadá, Barack Obama se asumió como populista en la definición anglosajona del término, la referida a "aquellas políticas que buscan apoyar al pueblo, y en particular a las personas de clase trabajadora".

En ese momento aún se veía remoto, por no decir imposible, el arribo de Trump al poder.

No sé si ahora, tras el triunfo de Brexit y del fascista que habita (a veces) la Casa Blanca, y ante el ascenso mundial de los líderes que desde la izquierda o derecha representan y defienden feroces políticas antiliberales, Obama -tan sensible y preciso con las palabras- seguiría definiéndose como un populista. No lo ha hecho y es probable que ya nunca lo haga.

Y es que la palabra ha terminado por encontrar (en la realidad, no en los diccionarios) su significación definitiva, no tanto por las vagas ideologías que defiende, sino por la perversa dominación que trae consigo.

Obama -estadista admirable- era víctima de una ilusión óptica, muy típica por lo demás del mundo estadounidense: pensar que toda la historia es historia americana.

Andrew Jackson, en efecto, fue "populista" porque abrió una era de intensa participación popular en la democracia estadounidense. Pero en la acepción moderna, la que opera en Europa o en América Latina, no era un populista, entre otras cosas porque nunca rompió el orden institucional.

La palabra populismo ha tenido buena fama no sólo en Estados Unidos. También en Rusia, donde el movimiento Narodniki tuvo una importancia enorme en la formación de la conciencia revolucionaria.

Los populistas rusos (estudiados por Franco Venturi y referidos en varios ensayos de Isaiah Berlin) eran jóvenes de la burguesía o la aristocracia que abandonaban sus hogares para ir al pueblo, para integrarse a él, aprender de él, redimirlo y redimirse.

Eslavófilos por lo general, hallaron una voz en León Tolstoi, que no sólo vestía como Muzhik, sino que creó la máxima idealización del alma pura en Platón Karataev, el santo campesino de "La guerra y la paz".

Curiosamente, fueron los propios campesinos rusos los que expulsaron a los jóvenes populistas de sus comunidades. No los reconocían como sus salvadores ni se reconocían en ellos.

En América Latina no hemos dudado en llamar populista al populista, con el sentido real del término.

Populista fue Eva Perón, que dijo: "Yo elegí ser 'Evita'... para que por mi intermedio el pueblo y sobre todo los trabajadores...

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