Enrique Krauze / Exigencia ciudadana

AutorEnrique Krauze

El 4 de diciembre de 1970, apareció en Excélsior un artículo titulado "Rogativa". Su autor era el historiador, ensayista y editor Daniel Cosío Villegas; su destinatario, el nuevo Presidente Luis Echeverría.

Con la herida abierta de Tlatelolco y los líderes estudiantiles en la cárcel, México vivía tiempos de zozobra. A sabiendas de que en aquel sistema político el Presidente era todopoderoso, don Daniel escribió: "México no necesita tanto un líder político; tampoco un reformador administrativo; ni siquiera un promotor enajenado de las obras públicas. Por lo que clama es por un líder moral, que sirva de ejemplo y de inspiración a todo el País".

Ese líder de sólida "contextura ética" debía tener dos prendas: rectitud y generosidad.

La primera suponía "severidad" y "firmeza en las resoluciones", pero "a condición de ser justas, de apegarse a la ley y a la razón", y de estar acompañadas por "la mesura, es decir, la moderación y el comedimiento". La generosidad significaba, llanamente, "obrar con magnanimidad y nobleza de ánimo".

Ha pasado medio siglo. Desde 1997, las resoluciones no han dependido sólo del Ejecutivo, sino de su relación con un Legislativo que las aprueba, modifica o rechaza, de un Judicial que avala o no su constitucionalidad, todo en el marco de un pacto federal, instituciones autónomas y libertades civiles. Si bien nuestra democracia ha sido imperfecta, ha representado un progreso frente a la dictadura perfecta.

Bajo las reglas, instituciones y libertades de esa democracia, el mandato legítimo e inequívoco de las elecciones del 1 de julio fue concentrar el poder una vez más, de manera absoluta, en el Presidente. Esta realidad, aunada a la circunstancia aún más dramática de violencia e inseguridad que vivimos ahora, otorga nueva vigencia a los consejos de don Daniel.

Treinta millones de ciudadanos votaron por el candidato López Obrador porque han visto en él a un líder moral. Hay otro sector que piensa distinto.

Para ese sector -en el que me incluyo-, el Presidente electo López Obrador tomó varias resoluciones con severidad y firmeza, pero no con apego a la ley y a la razón. Tampoco lo ha caracterizado la mesura, la moderación y el comedimiento.

En cuanto a la generosidad, la magnanimidad y nobleza de ánimo, sus beneficiarios han sido los políticos corruptos, no los críticos demócratas, a quienes con frecuencia descalifica.

Todos los mexicanos, los que votaron y no votaron por él, serán quienes juzguen su desempeño como...

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