Enrique Krauze / Cavilación del 68

AutorEnrique Krauze

Las elecciones de julio de 2018 coincidirán con el 50 aniversario del movimiento estudiantil que cimbró al País. La convergencia será una cita con el destino. Muchos de los participantes ya no están con nosotros. Quienes alcancen la conmemoración, deberán responder a preguntas de inmensa gravedad: ¿Ha valido la pena la larga travesía? ¿Es mejor este México que aquél? ¿En qué nos equivocamos?

Fui uno de los cientos de miles de jóvenes que a lo largo de unos meses exaltados y angustiosos marchamos por las calles para afirmar nuestro derecho a disentir. Aunque sólo pedíamos la reparación de un agravio (el allanamiento de una escuela, la represión brutal) y un diálogo público con las autoridades, nos sentíamos testigos de un drama histórico mayor: la decadencia del régimen "emanado" de la Revolución Mexicana.

Para 1968 esa remota fuente se había desgastado. El Gobierno era cada vez más autoritario y privaba sólo la verdad oficial, con su discurso pomposo y hueco. Nos propusimos denunciarlo.

En respuesta, el 2 de octubre de 1968, el Presidente Díaz Ordaz ordenó la matanza de cientos de estudiantes reunidos en la Plaza de Tlatelolco. El régimen perdió la legitimidad que le quedaba. Con ese sacrificio, el movimiento puso la piedra fundacional de la libertad política y la democracia.

En términos políticos, mi generación (1935-1950) era la última del ciclo iniciado por los fundadores institucionales de la Generación del 1915 (1890-1905) a quienes habían sucedido los consolidadores del orden revolucionario (1905-1920) y los críticos de la Generación de Medio Siglo (1920-1935). La misión y el destino de mi generación fue romper ese orden. Algunos buscaron hacerlo por la vía de las armas, otros por la vía de la política.

Nos apasionaba intensamente la política, pero no teníamos un proyecto. Sabíamos que fuera del partido oficial no existía más opción que el PAN, que desde 1939 luchaba por la democracia, pero pocos comulgaban con él. La opción natural era la izquierda (de hecho, muchos dirigentes del 68 se inscribían en ella), pero el Partido Comunista estaba proscrito.

Por lo demás, dado el prestigio de la Revolución Cubana y sus íconos, la izquierda (política, sindical, académica o intelectual) favorecía la vía revolucionaria y despreciaba a la democracia aplicándole adjetivos como "burguesa" o "formal". Tal vez por eso no vimos que la democracia era la alternativa obvia.

Pero, instintivamente, guiados por el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR