Enrique Krauze / El autoritario y el crítico

AutorEnrique Krauze

¿Cuáles fueron las relaciones entre el poder presidencial absoluto y la crítica liberal en el siglo 20 mexicano?

Para ilustrar el tema, he venido recordando el caso de Daniel Cosío Villegas, el mayor representante de esa corriente intelectual. Toca el turno a Gustavo Díaz Ordaz. Don Daniel nunca lo conoció personalmente, pero tuvo con él un intercambio significativo a propósito del movimiento estudiantil de 1968.

El 16 de agosto de 1968 el historiador publicó "A la deriva", su primera columna en Excélsior. El texto reprobaba el exceso de fuerza con que el Gobierno había actuado, pero valoraba la aparente disposición conciliadora del Presidente. Lo importante era seguir el ejemplo francés. De Gaulle había pedido el apoyo del Ejército y éste se lo había otorgado, bajo la única condición de no disparar contra los estudiantes.

Esa tarde, un militar se presentó a la puerta de su casa (Segunda Cerrada de Frontera número 7 en San Ángel) para entregarle un sobre lacrado. Era la respuesta de Díaz Ordaz al artículo. El tono era lastimero y victimista. Si le escribía era porque "un hombre tan preocupado por nuestra juventud y que todavía repara en los riesgos que yo corrí, es un hombre a quien puedo explicarle por qué en México no se esperó, para actuar, a estar de verdad al borde de la guerra civil".

El Presidente quiso refutarlo con un argumento que Cosío -en sus "Memorias"- recordaría como "tontísimo": "Dudo", decía Díaz Ordaz, "que usted haya estado presente en las conversaciones... para estar enterado de esa condición que señala". No paraban ahí sus reparos: "Dudo también que usted conozca realmente cuáles fueron las condiciones en que intervino el Ejército mexicano... Ni del Ejército ni de la Policía hubo un solo disparo contra los estudiantes, y no hubo un solo muerto".

Cosío Villegas no acusó recibo.

Siempre crítico con los impulsos autoritarios o destructivos, en su segundo artículo caracterizó a "la grey estudiantil" como una "masa informe, pasiva", pero justificadamente descontenta. A su juicio representaba "un polvorín próximo a incendiarse y estallar ante la chispa de los muchos pequeños grupos de radicales".

Esa misma tarde, llegó una segunda carta del Presidente, llena de elogios a la "cálida comprensión humana" del escritor. "Para un hombre angustiado como yo... ¡qué aliento sentir que existe otro hombre que entiende las dificultades y trata de orientar!".

Esta vez Cosío Villegas acusó recibo. Nunca más recibió una carta del...

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