Encuentros cercanos

AutorMario Abner Colina

LA PAZ, Baja California Sur.- La aleta dorsal del tiburón de pronto emerge. Fatigado por el nado, veo cómo ésta se mueve cortando el agua como un cuchillo. Una ola parece alzarme en el agua.

Somos muy pequeños y estamos en los dominios de estos gigantes. Sé que el tiburón ballena, el pez más grande del planeta, es inofensivo, no tiene dientes y sólo come plancton y diminutos peces. Nada importa. En mi mente está la aleta como señal de peligro.

Incluso parece sonar la música de aquella película. "Dum dum, dum dum dum dum..."

Me da un subidón de euforia.

Venimos a La Paz con la misión de nadar con el "rhincodon tyous", que alcanza a medir más de 10 metros y pesar arriba de 20 toneladas. Para ello, abordamos un catamarán que nos adentró en la Bahía de La Paz.

Aunque la temporada para avistarlos va de octubre a mayo, los lugareños aseguran que varios ejemplares han hecho de estas aguas su casa.

En la actualidad, el tiburón ballena, que también se ve en el Caribe, es una especie vulnerable a la extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Así que convivir con él es una experiencia que hay que atesorar.

El bote se bambolea; nosotros buscamos aletas, manchas oscuras o bocas enormes casi en la superficie. Vemos uno, de unos 6 metros, nadando plácidamente. Más allá hay otros. Hay que colocarnos aletas, esnórquel, y ¡al agua! Rechazo un chaleco salvavidas, pero luego me arrepiento.

Bajo el mar hay poca visibilidad. Con fuerza, con brazadas desacompasadas, trato de seguir al instructor, que indica dónde están los tiburones.

Pero, exhausto, rápido me rezago. Es entonces cuando, sin previo aviso, la aleta dorsal pasa frente a mí y me hallo hiperventilando. Volteo a todos lados. El tiburón, al parecer, se ha ido. Hay que volver al catamarán. Debemos esperar otra oportunidad... que no tarda en llegar. Allá vamos de nuevo.

Minutos después de esta segunda inmersión estoy de nuevo retrasado respecto al guía. No puedo seguir respirando con la boca y salgo a la superficie a descansar.

Entonces, siento que algo me roza la pierna. Meto la cabeza al mar y ahí está uno, a apenas unos dos metros.

Inmenso, tranquilo, pacífico, no le importan las vibraciones que intrusos como nosotros provocamos.

Nada como en cámara lenta, mostrando sus...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR