Conexión/ Egipto: 'Civilizando' la Tortura

AutorElizabethEscalante

Con frecuencia se le llama "circuncisión femenina", pero esta designación es errónea ya que indica que el procedimiento sería similar al que se le realiza a los hombres. Y no es así, debido a que el procedimiento invade mucho más el cuerpo y es mucho más peligroso.

Según Naciones Unidas dos millones de niñas sufren cada año mutilaciones genitales a pesar de que la práctica de la ablación está penalizada en la cuarta parte de los 28 países africanos donde se realiza.

La mutilación suele practicarse en pequeñas de entre 4 y 9 años, pero en algunas tribus africanas se llega a practicar en bebés de pecho y en mujeres jóvenes. En Egipto se practica comúnmente una semana después del nacimiento.

A pesar de el Gobierno ha aceptado que en las zonas urbanas del país la operación sea realizada por médicos y enfermeras que utilizan el instrumental necesario, en muchas comunidades rurales todavía es a través de una "buankisa" (comadrona), quien con una cuchilla, un cristal roto o incluso una lata, somete a la niñas a la operación. Con agua fría como anestesia, yodo o hierbas como cicatrizantes y trapos como vendas, las pequeñas deberán permanecer inmóviles durante varios días.

La mutilación genital conlleva dolor, conmoción y hemorragias. La utilización del mismo instrumento para castrarlas aumenta la posibilidad de transmisión de enfermedades mortales como el SIDA.

La práctica de la mutilación en las mujeres es tan antigua como la existencia del hombre y es practicada y utilizada comúnmente por todas las religiones.

A pesar de que no se señale como un mandato dentro del Corán en Africa, en muchas comunidades su cumplimiento es obligado pues se cree que es la única manera de mantener la pureza sexual de la mujer.

Los hombres aseguran que de esta manera se reduce el deseo sexual de las mujeres y se aseguran de que sólo ellos la penetran, ya que en una modalidad de ablación se cosen los labios mayores entre sí.

Sin embargo, lo más grave es la concepción que tienen las mujeres, quienes aceptan como natural la mutilación de sus genitales y son las que obligan a sus propias hijas a continuar la tradición.

Así que las madres son las primeras en obligar a sus hijas. Saben que si no se someten a la ablación, la sociedad les hará un hueco tan insalvable que prefieren sufrir en su cuerpo de por vida.

La ONU, siguiendo las recomendaciones de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, creó en 1984 el Grupo de Trabajo sobre Prácticas Tradicionales que Afectan a la Salud de las Mujeres y los Niños.

El Plan de...

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