Luis Eduardo Villarreal Ríos / Abajo y atrás

AutorLuis Eduardo Villarreal Ríos

El juez segundo de distrito, César Flores Rodríguez, al negar las órdenes de aprehensión solicitadas en contra de Luis Echeverría, se encargó de ratificar la sospecha: el ex Presidente jamás pisará la cárcel.

Cuando el expediente de la Guerra Sucia ingresó al ámbito de los tribunales y no al de la Comisión de la Verdad, creada para esclarecer los crímenes de 1968 y 1971, quedó clara la nula disposición institucional en el asunto.

La Fiscalía para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, presidida por Ignacio Carrillo Prieto, sabía de antemano que el genocidio, delito por el cual se acusaba a Echeverría, prescribe a los 30 años.

Otro dato: el Código Penal Federal dice que cuando una persona mayor de 70 años de edad enfrenta una sentencia condenatoria, no se diga una orden de aprehensión, podrá cumplir la pena o defenderse en su domicilio.

Así que, en el ámbito de los tribunales, la impartición de la justicia por los crímenes de lesa humanidad, perpetrados desde el poder público en los sexenios de Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo, resultó improcedente.

Aunque, todos sabemos, existe una Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y los de lesa humanidad, sancionada por Naciones Unidas el 26 de noviembre de 1968, en la resolución 239/XXIII.

Esto da a pensar que la conducta del juez, al declarar improcedente las acusaciones de homicidio calificado, lesiones, abuso de autoridad y obstrucción de la justicia, obedece a otro tipo de intereses.

A como procede el poder central, la liberación de cargos a favor de Echeverría bien pudiera encuadrarse al interior de un pacto entre la administración gobernante y el PRI, su principal piedra de tropiezo.

¿Quién no podrá sospechar, sobre todo si pronto se destraban las reformas estructurales en el Congreso, de un arreglo que incluye la exculpación de Echeverría y el voto priista a favor del proyecto económico de Fox?

El hecho de que las dirigencias nacionales del PRI y del PAN, al unísono, hayan exaltado la independencia del Poder Judicial para conducirse en el caso de la guerra sucia, abona nuestra suspicacia.

Con y a pesar de declaraciones indignadas, como la de Diego Fernández de Cevallos que pide no soslayar la responsabilidad histórica de Echeverría en la matanza de estudiantes, PRI y PAN no pueden ocultar su complacencia.

No sería extraño que así ocurriera, toda vez que otros casos sonados como el "Pemexgate" y el de Amigos de Fox han quedado en el archivo de la...

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