Eduardo R. Huchim / El Estado que falla

AutorEduardo R. Huchim

Intelectuales y políticos rechazan en México el término "Estado fallido" y consideran estridentes a quienes se atreven a sugerir que el nuestro lo es.

Para discutir el tema, habría que consensuar primero su definición, pero es indudable que algunas de sus características están presentes aquí y también resulta indudable que estamos lejos de Somalia o el Congo, paradigmas de esa calidad.

Ciertamente, la mayoría de nuestras instituciones funcionan (aun cuando lo hagan con deficiencias), pero también debiera admitirse que el concepto es aplicable en algunas franjas del territorio nacional, en particular Michoacán.

Al margen del polémico concepto, en todo el País hay casos en que el Estado falla evidente y dolorosamente en seguridad, servicios de salud y justicia, protección civil y en la aplicación de leyes y normas. Y como si fuera una gran capa que lo cubre todo o casi todo, están la corrupción y la impunidad.

Convengamos, pues, en que no tenemos un Estado fallido, pero sí un Estado que falla. Y sus fallas producen, entre otras negativas consecuencias, pobreza, destrucción, inmovilidad social, desencanto, desempleo e incluso dolor y muerte.

Los casos en que el Estado falla proliferan en esta nación donde se organizan espectáculos a los cuales la gente va a divertirse y termina perdiendo la vida o con lesiones; donde el sistema de salud parece suponer que patios y jardines de los hospitales son lugares idóneos para que las madres den la vida y los enfermos desvalidos la pierdan por falta de atención; donde la fuerza pública es tan ineficaz que no puede siquiera proteger del latrocinio a la riqueza petrolera; donde el crimen organizado mata impunemente, obtiene miles de millones de pesos por extorsión (desde inmobiliarias hasta productores de aguacate), corrompe a autoridades civiles y militares y llega al extremo de determinar cuándo y dónde se venden tortillas.

Es fácil rasgarse las vestiduras y responsabilizar de tales fallas al Gobierno. Por supuesto que éste es el principal responsable, pero la realidad muestra una fea cara de responsabilidad colectiva que abarca también al empresariado y a veces a la sociedad misma.

Ejemplo: si los huracanes causan tanta destrucción y muerte es porque previamente hubo una conspiración contra la seguridad habitacional, en la cual participaron autoridades federales, estatales y municipales que autorizaron, propiciaron y...

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