Eduardo Caccia / Trampantojo mexicano

AutorEduardo Caccia

¿Es posible mirar algo y no verlo?, ¿es posible ver algo que en realidad es otra cosa? Tal vez un mago te haya sorprendido, ese momento en que mientras aplaudes no puedes dar crédito a lo que acabas de ver, ¿o debería decir, a lo que crees que acabas de ver? Es posible que hayas quedado impresionado con alguna pintura donde el artista manipuló la percepción.

Ser un buen mago requiere dominar el arte de captar la atención y la conciencia. Las ilusiones cognitivas van de la mano de las visuales; para la gran mayoría de las personas el mundo se percibe por los ojos. Pensemos en un bodegón (betriegerje, "pequeño engaño", en holandés) donde el artista ha moldeado la profundidad y la distancia: los higos parecen salir del cuadro y la naranja partida escurre una gota.

Los pintores renacentistas fueron maestros en engañar al ojo, dieron a un lienzo plano la posibilidad de ser más. Esta técnica se llama trampantojo (la trampa ante ojo). En la iglesia de San Ignacio (Roma), Andrea Pozzo pintó sobre el techo plano una cúpula con tal perspectiva que los visitantes que no son advertidos piensan que es real.

La manipulación de la realidad ha sido materia no sólo de magos y pintores, también de arquitectos. Francesco Borromini hizo, en el Palazzo Spada, que un salón de apenas 8 metros pareciera de 37.

Hoy en día el trampantojo crea realidades en la calle, sobre los muros o fachadas de edificios, donde aparecen ventanas y personas que no existen, cielos que nacieron en un pincel, corredores profundos que sólo viven en la retina. Todo esto maravilla, son engaños gozosos.

He pensado que hay una corriente de trampantojo mexicano. La mayoría de nuestros políticos son maestros en sustituir la realidad, intensificarla o desaparecerla. Dominan a la perfección las bases del trampantojo.

Tristemente también los ciudadanos somos así. Nuestra cultura (léase nuestra forma de ser) tiene una rica tradición en usar la simulación como canal de navegación. Nuestro uso de diminutivos es una muestra: "nomás tantito" puede ser lo más parecido a la eternidad.

Simulamos intenciones, maquillamos cifras, ocultamos motivos. El trampantojo mexicano no es exclusivo de políticos, pero duele más cuando viene de ellos.

El trampantojo mexicano alimenta la corrupción. Por ello las iniciativas de transparencia, como la Ley 3de3, apuntan a terminar con el engaño...

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