Eduardo Caccia / Sobrevivir Tulum

AutorEduardo Caccia

La extravagancia y la pobreza caminan descalzos; la primera porque quiere, la segunda porque no puede.

Reflexiono frente a una ventana entre la selva de Tulum, el pueblo que toma su nombre de la esplendorosa ciudad maya que en realidad nunca se llamó con ese vocablo agudo que al pronunciarse evoca el sonido de un tambor prehispánico. El nombre Tulum es relativamente reciente y quiere decir muralla o palizada. Fuentes del siglo 16 (que, no insistan, no revelaré) asocian la antigua ciudad maya con el nombre de Zamá, que significa mañana o amanecer.

A escasos kilómetros de la zona, existe otro lugar que con el mismo nombre se ha convertido en polo de atracción para turistas de todo el orbe, el corredor "eco chic" de Tulum, un espacio sui géneris que glorifica la amalgama de dos mundos, el ecológico con su discurso de sustentabilidad por el medio ambiente, el respeto al planeta y sus especies, y por el otro el glamour de la comodidad semiurbana y el lujo, que en esta zona suele ser una carencia autoinfligida.

Las palizadas son el sello decorativo que hacen posible sentirte en chozas primitivas donde la mercancía se vende a precios de Champs Elysées. La comida puede ser espectacular, con combinaciones tan eclécticas que escuchar la mezcla de ingredientes en boca de un mesero suele ser la confirmación de que el paladar comienza en el oído.

Aquí no compra cualquiera. Un hermoso vestido blanco de manta por tan sólo 16 mil pesos cuelga en una boutique donde con orgullo se anuncia que no usan aire acondicionado. Sudar por elección es un lujo.

Estamos ante una realidad contradictoria donde la última sofisticación es ser rústico. Por las noches se encienden miles de veladoras y el incienso arde para atraer la armonía y algo más, el dinero, mucho dinero.

La zona, que sin duda tiene su encanto, también me deja con un aura de incomodidad: aquí no sólo se atiende al turismo, también se le ordeña.

Empecemos por decir que en esta parte de la hermosa Riviera Maya, lo más escaso es el espacio. Sello distintivo de la "planeación" mexicana en materia urbanística, el corredor "eco chic" tiene nada más un angosto camino (plagado de eco-baches), como un delicado vaso capilar que alimenta a un corazón.

Este corredor es una muestra de que el caos es mexicano. ¿Dije ya que no hay lugares para estacionarse ni banquetas? Bueno, pues...

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