Eduardo Caccia / Mutaciones

AutorEduardo Caccia

En aras de acomodarse para las próximas elecciones, varios políticos hacen prodigiosos actos de transformación con la esperanza de sobrevivir el inminente meteorito que indudablemente dejará malheridos -tal vez extintos- a muchos de su especie. Se trata, diría Darwin, de una danza evolutiva que busca privilegiar al más apto para adaptarse a los nuevos tiempos, nada que la ciencia no haya visto, pero una novedosa coreografía para la ciudadanía que observa el cinismo para cambiar de pareja, de piel y de creencias.

Como Gregorio Samsa que despertó una mañana convertido en un abominable insecto, los políticos mutantes estrenan caparazones, glándulas, aguijones e inéditas extremidades. Algunos que ya se arrastraban en dos patas descubren más natural el avance en su nuevo cuerpo de culebra. Otros involucionan, vuelven al huevo y rompen el cascarón en busca del ala que les cobije. Los partidos políticos se han convertido en vientres de alquiler, en su seno se desarrollan entes híbridos, ya por habilidad mutante, ya por la milagrosa santificación de un mesías que les purifica los genes, pero todos por conveniencia.

¡Estamos ante el gran experimento político-genético de nuestro tiempo! No es el clásico "chapulinazo", brinco ansiado y predecible. Estamos ante un insecto ortóptero al que le han brotado escamas y en vez de tráqueas tiene pulmones y rostro de morena (el temible animal marino).

Yuval Noah Harari lo presagiaba en "Sapiens: De Animales a Dioses", donde avisa el poder del ser humano para modificar su entorno y capacidades biológicas, proezas cuyas luces anteriores datan de 1818 cuando Mary Shelley publicó "Frankenstein", y aún más atrás, en los anales de la historia, en la infinita imaginación humana de otras civilizaciones que a través de su mitología dieron vida a dragones, unicornios, licántropos, minotauros, hidras, orkos, ninfas, sátiros y más seres fantásticos, hoy emulados por quienes aspiran seguir viviendo del presupuesto. En el colmo, un buen corazón implantado en un mal cuerpo, no avanza.

Cuenta la leyenda que antes había PRI y nada más, bueno, algunos seres opositores que (diría un priista pensante, que los hay) validaban, con su voto en contra, al partido hegemónico. Como sucede en casi todas las tribus, cierto día hubo una sublevación. Un destacado...

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