Eduardo Caccia / Una luz del Presidente

AutorEduardo Caccia

Hace días se reunió José Ramón López Beltrán, hijo del Presidente, con Alcaldes del Estado de México, en el arranque de los Centros Integradores de Bienestar en municipios mexiquenses. El tema era la forma de operar los programas sociales del Gobierno federal.

El descendiente del Presidente acudió, se dijo, como ciudadano, si bien hay evidencia en las redes sociales, como el tuit de la Alcaldía de Naucalpan que menciona: "Nuestra Presidenta Municipal, Paty Durán, se encuentra reunida con funcionarios del @GobiernoMX y Alcaldes de la región para afinar detalles sobre los programas federales que beneficiarán a miles de Naucalpenses" y acompañó el mensaje de una imagen donde junto a la funcionaria se ve al heredero de López Obrador, en lo que podría ser un presídium.

El hijo del Presidente, hasta donde sabemos, no ostenta un cargo público. Al margen del magnífico poder de convocatoria que como ciudadano tiene el señor López Beltrán, el hecho despierta suspicacias sobre un tema fundamental para México: la lucha contra la corrupción y el influyentismo.

Días después, el Presidente emitió un memorándum que dirige a todos los Secretarios de Gobierno y servidores públicos donde dice "no acepto, bajo ninguna circunstancia, que miembros de mi familia hagan gestiones, trámites o lleven a cabo negocios con el Gobierno en su beneficio o a favor de sus 'recomendados'", y esclarece: "Ustedes no tienen la obligación de escuchar propuestas indecorosas de nadie. Y en el caso de mis familiares, ni siquiera de recibirlos en sus oficinas o contestarles el teléfono. Nada de nada".

Así como levanto la ceja por la reunión del hijo con Alcaldes, aplaudo esta instrucción de López Obrador.

Este memorándum me recordó al reformador de Singapur, Lee Kuan Yew, quien, en su afán de erradicar la corrupción, dijo: "Empieza por meter a la cárcel a tres o cuatro de tus amigos, y la gente te empezará a creer", y además creó un órgano fiscalizador autónomo que investigó incluso a miembros de su familia.

Si bien el caso Singapur es distinto, encierra paralelismos interesantes. Un país con altos índices de corrupción, bajo crecimiento económico, deficiente educación y servicios de seguridad social fue capaz de convertirse en potencia mundial a pesar de no tener recursos naturales.

En este sentido y...

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