Eduardo Caccia / Ilusionismo

AutorEduardo Caccia

Uno de los grandes magos de la historia, Harry Houdini, se jactaba -con la soberbia que envenena a algunos que van en primer lugar- de que podía descubrir cualquier truco de magia si lo veía tres veces.

En febrero de 1922 un mago novato y desconocido lo retó, rompiendo una de las reglas más importantes de la magia: no repitas el truco a tu misma audiencia. Dai Vernon pidió a Houdini que tomara una carta y la marcara con sus iniciales.

El famoso escapista tenía un historial envidiable para descubrir los trucos, muchas veces no había necesidad de una tercera o incluso una segunda demostración.

Vernon tomó la carta marcada por Houdini y la introdujo entre la baraja. A continuación chasqueó los dedos, volteó la carta superior, para sorpresa de Houdini y asistentes, era la carta que éste había seleccionado. El encantador había sido encantado. Pidió una segunda vez. Y una tercera, cuarta. A la séptima ocasión, incapaz de descifrar el truco, se dio por derrotado.

En esencia el truco de magia funciona y sorprende al público porque algo de lo que consideramos realidad se rompe, una parte de nuestro cerebro detecta el conflicto y otra intenta explicarlo. Técnicamente se le llama correlación ilusoria al acto de ver una relación entre sucesos cuando no existe demostración objetiva alguna de esta relación (las supersticiones viven ahí).

Estamos ante una ilusión cognitiva y una ilusión visual: una moneda pasa de una mano a otra de forma invisible ante nuestros ojos, una chica cambia de color de vestido al pasarle una sábana, otra es fragmentada con un serrucho o convertida en pantera, las cucharas de metal se doblan, la Estatua de la Libertad desaparece, la magia, como la política, se fundamenta en la percepción para provocar un resultado. Los magos son expertos para manipular nuestra atención y nuestra percepción, los políticos también.

El truco del mago se basa en principios neuronales. El del político también. En ambos casos es frecuente que el observador vea algo que en realidad no está. Nuestro cerebro construye la realidad, lo que vemos, sentimos, escuchamos o pensamos depende de lo que esperamos ver, sentir, escuchar o pensar. Por eso a veces cuesta trabajo hacer que alguien cambie de parecer.

El cerebro es el gran editor de la realidad: ¿Pro que lso rrorees de etsa orcaion...

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