Eduardo Caccia / ¡Bravo, árbitro!

AutorEduardo Caccia

Mis primeros recuerdos en una cancha de futbol me llevan a la UNAM. Entrenaba con el equipo infantil esperando los 15 minutos más emocionantes y fugaces: el medio tiempo de un partido de liga de los Pumas en el estadio de CU, cuando con mi camiseta azul y rayas doradas no sólo jugábamos futbol en aquel templo, también encarnábamos a los héroes que pronto regresarían por un túnel.

Desde que conoces el futbol aprendes (porque así te lo enseña la costumbre) que el árbitro es injusto, miope, vendido, ratero, ciego, perverso, execrable, vil, parcial, y que tiene en su señora madre el flanco más vulnerable por donde invariablemente le llegan tres palabras como insulto supremo.

Ante esta expectativa, el juego transcurre con la inminente y esperada pifia arbitral o al menos con una decisión contraria a los intereses de un equipo. Esta predisposición debería erradicarse con un convencimiento de los directivos y de los jugadores de que el árbitro es un ser humano y como tal es falible. Esta fisura es parte del encanto del juego.

Tan denigrada está la figura del juez central que algunos lectores se preguntarán por qué desperdicio renglones hablando de seres a quienes se les acusa de echar a perder partidos, frustrar campeonatos y provocar más llanto que las vacunas contra la rabia.

Sabrán quizás que los árbitros profesionales hicieron un paro exigiendo que se aplicara el reglamento ante casos donde jugadores agredieron físicamente a sendos árbitros.

La Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol, bajo el amparo de la figura de "intento de agresión" y presumiblemente bajo las lóbregas sombras de intereses inconfesables, dictaminó castigos de 8 y 10 partidos de suspensión, cuando el reglamento establece que la sanción por agredir al árbitro es de un año.

Los árbitros dieron una lección al País, a la sociedad en general y a la clase política. En una decisión inédita deciden unirse a favor de la legalidad y en contra de los intereses particulares. Con gran dignidad fijan su postura y exigen lo que en México es una mezcla de deporte extremo con ciencia ficción: ¡que se aplique la ley!

Los federativos, al verse sin salida, rectifican las sanciones y los dos jugadores son suspendidos por un año. ¡Qué ganas de que así funcionara la justicia en todo México! Los fiscales especiales no serían nombrados a modo...

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