Editorialista Invitado/ Chiapas: coherencia y autocrítica

Fernando Gaspar

El conflicto de Chiapas exhibe a todos y cada uno de los actores políticos en sus justas dimensiones, en sus facetas antiguas y nuevas, pues se trata de un problema heredado del antiguo régimen y expresa un modelo de nación que en la actualidad, el grueso de los mexicanos busca cambiar.

Para cambiar de manera democrática el rumbo del país se necesitan juicio y creatividad, imaginación y prudencia. Las maneras en que se piensa el nuevo país son diversas y en ocasiones encontradas y dependerá de sus protagonistas que los medios para alcanzarlas privilegien a las mayorías, la dignidad de las personas y los valores comunes.

Remitirse a los hechos en el problema chiapaneco es cada vez más difícil, en un país donde los discursos y los símbolos son fundamentales. Las diferentes posturas adoptadas respecto a la marcha zapatista suelen opacar los acontecimientos y las verdaderas intenciones de los protagonistas. En tiempos donde hacen falta la conciliación y la propuesta, no estaría de más hablar de coherencia y autocrítica.

Lo cierto es que en el tema de Chiapas, gobierno y guerrilla se juegan seguramente el ingrediente social de mayor capital político de aquí a los próximos tres años (fecha de las próximas elecciones federales). Ingenuo sería pensar que uno u otro le otorgará la ganancia de dicho conflicto al adversario en los tiempos y formas que su oponente disponga.

Si Fox requiere de una paz inmediata para cosechar logros políticos, Marcos necesita reposicionar el conflicto chiapaneco y más aún, consolidar la actual atención nacional en el EZLN con vías a su próxima aparición en la arena política. No lo hará como partido, lo ha repetido Marcos en muchas ocasiones, pero sí como un organismo que cobre vigencia nacional (principalmente en el centro y sur del país) una vez que cuente con una importante base de apoyo de la ciudadanía.

De esta manera, tendrá la capacidad de promover o apoyar candidaturas políticas independientes a los distintos puestos de representación popular; funcionará como observador del actuar de los funcionarios públicos y gobernantes y no dudará en movilizarse en defensa de los intereses de grupos desfavorecidos, como es hoy el caso de los indígenas y podrán ser otros el día de mañana.

Si Fox creyó que con sus iniciativas, sustentadas más en la mercadotecnia que en la propuesta de fondo, el EZLN se acercaría gustoso a una hipotética mesa de diálogo, se equivocó. Si Marcos creyó encontrar un gobierno obtuso y...

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