Dulce Navidad

AutorMariana Montes

De la mano de Clarita, el Hada de Azúcar y Drosselmeyer, el Ballet de Monterrey comprobó anoche que incluso una obra tan conocida y montada como "El Cascanueces" tiene la capacidad de sorprender por su producción y despliegue técnico.

Tras la apertura del telón, la Gran Sala del Teatro de la Ciudad se transformó en una suntuosa mansión viva con las risas de adultos y niños listos para celebrar la Navidad.

Tanto los bailarines profesionales como los pequeños estudiantes de la Escuela del Ballet de Monterrey mostraron dominio de la pantomima que permitió a la audiencia, incluyendo a los niños, comprender fácilmente la historia.

Los primeros bailarines Olivia Quintana y Jonhal Fernández enfrentaron el reto de hacerle justicia al famoso pas de deux del Hada de Azúcar y su Caballero.

Ellos mostraron dominio de la coreografía de Luis Serrano sobre la original de Lev Ivanov. Los dos ejecutaron los pasos con gracia. En las variaciones, él brilló por sus elevaciones, y ella por su musicalidad.

Tal es el nivel de esta pareja que brindó una ilusión de facilidad a los complejos pasos.

Como Drosselmeyer, el miembro del cuerpo de baile Guillermo Villafuerte hizo gala del histrionismo que lo hizo lucirse como Mamá Simone en "La Fille Mal Gardée". Mientras, Dariela González, también del cuerpo de baile, captó la dulzura de Clarita.

Daynier Rivero, en el papel del Cascanueces, comprobó por qué es demi solista del ensamble liderado por José Manuel Carreño.

Rivero hizo gala de su nivel técnico y artístico durante todo el año, ya sea, por ejemplo, como el...

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