Un dulce diseño bien conservado

AutorBárbara Cardona

Existen construcciones en la Ciudad que se han salvado de milagro... y porque están protegidas.

La Capilla de los Dulces Nombres, ubicada en las calles Mariano Matamoros y Dr. Coss, se construyó de 1830 a 1853.

Ésta se edificó por la viuda de José Antonio Garza, según el libro "Ornamentaria, Lectura Cultural de la Arquitectura Regiomontana".

"(Fue) en cumplimiento de una cláusula testamentaria de su marido", dice el texto del doctor en arquitectura Armando Flores.

En 1938 se declaró patrimonio nacional y se usó como bodega.

Fue hasta 1989 que volvió a su función original.

El arquitecto Jorge Cruz, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), precisa que esto fue durante la construcción de la Macroplaza, que se inauguró en 1984.

La Capilla mide 8 metros por 13 metros y entre sus elementos destaca un arco de medio punto, pilastras y friso.

De acuerdo con Cruz, con el paso del tiempo se le ha dado mantenimiento a su fachada.

"Ya impermeabilizaron su cúpula y sus pretiles por filtraciones de humedad", señala Cruz.

De esta manera ha podido continuar en uso.

El texto "Ornamentaria..." señala que en 1945 sus muros de sillar aparente fueron recubiertos con mortero de arena y cemento.

La Capilla ha tenido mantenimiento constante.

"Buscando ahí resanes a la cal y arena del río para...

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