Drag queens conquistan la noche

AutorDalia Gutiérrez

I

Mientras miran su reflejo en el espejo, brochas de maquillaje comienzan a transformar sus rostros. Su piel se ilumina con tonos potentes, sus ojos y sus labios se colorean, sus pestañas de alargan y sus cabellos se tiñen con pelucas.

En un instante, su realidad se transforma en un mundo de fantasía, donde los patrones de género se destruyen con tacones, polvos y lentejuelas. Es el universo conocido como drag queen y al que ellos llaman libertad.

"Crecemos todo el tiempo con que las niñas son de rosa y los niños de azul", dice Iván Martínez, reconocido en el mundo drag como "Insomnia", mientras un delineador resalta sus ojos. "Las cosas no tienen que ser siempre como nos dicen".

Al vestir atuendos y usar maquillajes exagerados, las drag queens no pretenden parecerse a una mujer o un hombre, sino burlarse de la feminidad y la masculinidad. Usan su personaje para criticar ideas políticas y sociales establecidas.

"El drag es disrupción, el drag es confrontación, el drag es cuestionar todo lo que se nos ha enseñado con respecto al género", explica Alfredo Báez, conocido como "Lilith Bardó".

"Lilith" tiene más de 10 años retando los cimientos del género. Ella es la primera drag que encabezó el desfile por la diversidad sexual en el 2008 y que lo lideró hasta el año pasado.

"Éramos pocos, pero en aquel entonces el drag era aquella figura que nadamás estaba arriba de una bocina, bailaba en una bocina o estaba en la puerta y te atendía", recuerda.

Una década después, hoy el drag queen vive un auge en la Ciudad. De acuerdo con las drags, esto ha sido gracias a la popularidad que tomó el reality show estadounidense RuPaul's Drag Race.

"Nuestra intención de imitar el estilo americano parece ser que es lo que engancha en RuPaul's y es lo que hace que surja ese boom en Monterrey", opina Alfredo.

Cuando inició el drag en Monterrey, alrededor del 2005, se conocían sólo dos personajes y eran escasos los espacios donde podían presentarse, en su mayoría para público LGBT.

Pero hoy, cuentan, cada semana hay al menos alguien nuevo que se une a la comunidad y cada vez son más los lugares que les abren sus puertas y más grande el público que las espera para aplaudirles.

II

Las manecillas del reloj marcan casi la media la noche, la música retumba en las bocinas, la gente baila y se divierte.

De repente, las luces alumbran el escenario de "La Colorina 433" y el público la recibe a ella, que aparece con un vestido negro que combina perfecto con sus altos tacones y...

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