Domando a las bestias

AutorAlberto Bortoni

La oportunidad de manejar un Shelby GT 500 nunca se desperdicia. Aunque ya lo hemos probado en ocasiones anteriores, el auto sigue siendo uno de los favoritos para pasar un buen rato tras el volante.

Cada vez que lo manejamos queda muy claro que ésta es maquinaria peligrosa. Ford no tenía en mente a conductores inexpertos o irresponsables cuando diseñó este auto. De haber sido así no le hubieran puesto 662 caballos de fuerza o al menos no los hubieran puesto tan accesibles desde el acelerador.

Lo primero que se tiene que tener claro es que hay que dominar a la bestia; y el primer paso para lograrlo es reconocer que hay dos. Una que se compone de fierros y deglute gasolina y otra cómodamente sentada en los asientos Recaro. Mientras una no rete a la otra todo puede fluir en paz.

Pero conscientes de las capacidades del Shelby, no hay nada como darle un poquito de correa de vez en vez. No se requiere de mucho para hacerlo, un poco de más presión en el acelerador es el equivalente a que el perro escuche su correa, con esa inmediata emoción y expectativa. Un poco más y se estará corriendo por el parque. Pero hay que tener cuidado de no pasarse de eso, pues de un buen trote por el parque puede pasar a una jauría de perros tras la liebre y eso es difícil de controlar.

El Shelby tiene neumáticos deportivos, pero con 662 caballos tiene lo suficiente para hacerlos patinar a cualquier velocidad. Evidentemente desde la inmovilidad puede convertir al caucho en humo sin muchos problemas, pero aún a velocidades de autopista, en un sobrepase y si no se tiene cuidado el auto puede ir de lado con impresionante facilidad.

El Mustang nunca se ha...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR