Diván Especial/ Solteras anónimas

AutorJosefina Leroux

Es difícil "ser mujer y no morir en el intento", como lo señala el título de una película española; más aun si se es soltera.

Parece que los integrantes de esta cultura de género se ensañan con las solteras por verlas doblemente vulnerables al ser mujeres y estar solas.

A diferencia de otras culturas en las que la soltería es un estado civil tan respetuoso como los demás, en nuestro país no casarse es motivo de una paliza, cuando menos emocional.

En Michoacán a las solteras les dicen "niñas viejas", y con toda razón, porque la sociedad les anula la posibilidad de ser adultas autónomas o independientes.

En otros países, una mujer después de la adolescencia deja a sus padres y empieza a trabajar para mantenerse, y puede tomar decisiones sobre su vida por ella misma.

En México sólo casadas salen las mujeres de sus casas, de otra forma permanece la mayoría como hijas de familia cuidando a sus padres o bien manteniéndoles, pero siempre dóciles a sus reglas al grado en algunos casos, de tener que negarse a sí mismas para que sus padres estén contentos. Y no sólo se trata de ellos, sino de hermanos o parientes a los que también muchas veces obedecen.

No hablo sólo de su actuar sino también de su haber del que disponen frecuentemente sus familiares, pues si gana o tiene dinero, deciden que lo comparta, pues ella -dicen- no tiene en qué gastar.

Pero si no estudia o trabaja, se le pide que se ocupe de la casa y que cuide sobrinos, tíos o abuelitas, al fin -piensan- no tiene otra cosa que hacer.

No es difícil en estas condiciones que su casa pueda convertirse en una cárcel, y su familia en un equipo de celadores que la vigilan.

Con toda razón las solteras -y estoy hablando de mujeres mayores de edad- se quejan a menudo de que se les trata como niñas chiquitas, cómo no si se les impone un horario y un reglamento que incluye cómo deben vestirse, conducirse, hasta como deben ser sus amistades o pretendientes.

No se necesita mucha imaginación o psicología para predecir que con tal de no hacer problemas (como si todo el control ejercido no exhibiera que existen), acaba comportándose infantilmente, inclusive diciendo mentiras para acceder a mayor margen y espacios.

Socialmente

Pero no termina en la familia el problema, quizás sea en ésta sólo el lugar donde se reflejen todos los prejuicios culturales y atavismos irracionales.

Pobres y desdichadas solteras porque sólo negándose a sí mismas podrán dar gusto a la sociedad inmadura o enferma a la que...

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