Diván Especial/ Máscaras y disfraces

AutorJosefina Leroux

"La curación es habitualmente un proceso doloroso, porque entraña mirar nuestros lados oscuros y nuestros peores miedos".

J. Borynseco

Cuando un niño no fue aceptado como era, y en vez de eso se le comparaba o castigaba; cuando siempre se le exigía guardar una apariencia, o bien, comportarse de acuerdo a un modelo, aprende que no es suficientemente valioso por sí mismo y que tiene que ser diferente o fingir serlo.

Algunos niños, entonces, con tal de conseguir la aceptación de sus padres empiezan a comportarse como les piden. Pronto aprenden las actitudes o acciones que les dan reconocimiento de los demás y empiezan a repetirlas, aunque vayan en contra de lo que sienten; guían su comportamiento creyendo que es más importante que papá o mamá estén contentos con ellos.

Empiezan a dividir la personalidad: por un lado está lo que sienten y, por otro, lo que manifiestan y actúan conforme a lo que creen que sus padres quieren, almacenando la gloria sobrante en una bolsa, hipotecando su alma y, luego, se sienten exhaustos y descorazonados porque están vacíos de sí mismos, dice Borynseco.

Así, desde pequeños, los niños que son amados bajo la condición de que tienen que portarse de tal o cual forma para ser aceptados, empiezan a usar máscaras y disfraces para agradar y ser queridos, recreando una personalidad prestada adicta a la aparente perfección.

Las personas crecen comportándose como les dijeron que debían hacerlo, aprendiendo a negarse a sí mismos.

Ignorantes de las consecuencias emocionales que conlleva ese autosacrificio que la cultura aplaude e incluso exige, aquellos que se nutren del reconocimiento u opinión de los demás pueden convertirse en primeros actores que, de tanto representar sus papeles, se olvidan de quiénes son.

El amor condicional provoca vergüenza de ser como son, de no ser como quisieran otros que fueran. Pero jugar papeles para dar gusto produce culpa. En el fondo del corazón, cada uno sabe quién es o por lo menos lo intuye, de modo que la actuación que hace y la máscara que sabe que trae puesta, le impiden relacionarse verdaderamente con el resto de los mortales.

Y éste es precisamente uno de los orígenes de la culpa: cuando alguien sabe que engaña a los demás, aunque no es una elección propiamente la que hace para comportarse de tal forma, más bien surge como la única opción que se tiene a la mano, ya que siente que si se asomara, podría ser rechazado o menospreciado, así como cuando sus padres lo hacían.

Curiosamente, la...

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