Diván

AutorJosefina Leroux

Heredero de la infidelidad

P.- Tengo muchos años leyendo su columna y, como todo en la vida, a veces estoy de acuerdo en sus respuestas y a veces no, pero eso es otra cosa.

Soy un hombre casado que hace cuatro años inicié una relación con una mujer casada y de esa relación nació un niño que tiene ahorita seis meses. Obviamente, la relación la mantenemos en secreto al igual de que el niño posiblemente sea mío, digo posiblemente porque no hay una prueba que lo constate.

Cuando, de la manera más prudente para no herir, le pedí que hiciéramos una prueba de ADN se molestó tanto que me dijo que ellos lo iban a sacar adelante, ella y su esposo, su esposo sin la obligación de hacerlo, que no me necesitaba.

Ahorita esta relación ya cayó en un megabache que tal vez no tenga remedio. Durante los nueve meses del embarazo y estos seis meses nos hemos visto varias veces los tres juntos. La verdad no tengo la conciencia tranquila. Si es mi hijo estoy en la mejor disposición de hacerme cargo de él en todo, claro, con la mayor discreción posible, como hemos acordado desde un principio al llevar esta relación, pero si no es mío, no tengo la obligación de hacerlo, pues cada uno vivimos con nuestras respectivas parejas, además que tenemos más hijos.

Quisiera que me diera sus comentarios, su opinión, algún consejo, según ella está 100 por ciento segura de que es mío y yo no lo estoy; si está tan segura no entiendo por qué no quiere hacerle una prueba de ADN.

R.- Uno de los problemas en una relación extramarital es la falta de exclusividad y, en consecuencia, la desconfianza que genera, que en el embarazo se evidencia.

¿De quién es el hijo?, se pregunta. Ella puede decir que es suyo, pero como vive con otro hombre que además resulta que es su esposo, es lógico que haya dudas de su parte. Quizás sea la parte que la ofenda a ella, por absurdo que parezca. Podría desear que su fe en ella fuera ciega, aunque la realidad de cada uno muestre que sus familias y sus cónyuges están en primer lugar (por algo no se han divorciado).

El niño podría ser simbólico de algo real entre ustedes, pero vivido en secreto es difícil darle el lugar que debiera tener. Mantenerlo sería la forma de asumir una responsabilidad sobre el pequeño, pero la exigencia y negativa de una prueba de ADN para determinar la paternidad deja en claro la superficialidad a la que se confina la relación por sus compromisos previos.

Compulsión sexual

P.- He tenido curiosidad de algo que he observado: un...

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