Diván 186

AutorJosefina Leroux

Triángulo de violencia

P.- Estimada Lic. Leroux:

Hace tiempo quería escribirle. Yo vivo en unión libre, él es casado, no tiene hijos. Cuando lo conocí nunca había tenido novio. Me consideraba una mujer segura aunque no al 100 por ciento, por mi sobrepeso.

No sabía que era casado al principio, pidió permiso a mis padres para salir. Yo tenía una vida color de rosa, sin problemas. Me visitaba a diario y fines de semana. Quise conocer a su familia y me llevó.

Después me dijo que era casado. Me contó que no era feliz.

Lo acepté porque me dijo que ya no vivía con ella y que se iba a divorciar, cosa que no ha ocurrido.

Empezamos a vivir juntos. Es una buena persona, pero con carácter agresivo, siempre quiere ser mejor que yo.

Yo soy sumamente celosa con él, esto por el artículo de los celos fundamentados por algo.

Me considero una mujer capaz de amar sin ningún papel, pero a veces me pregunto si valió la pena quedarme con un hombre que siempre me está humillando, que cada vez amenaza con irse, con una persona que siempre quiere tener la razón.

¿Por qué una mujer se deja ofender?, ¿por qué no puedo ser capaz de dejarlo?

No tenemos hijos.

Mil gracias.

R.- En el eterno triángulo de la violencia (tensión, agresión, reconciliación), la última fase provoca esperanza de cambio.

No se dan cuenta los involucrados que es un patrón que vuelve a repetirse una vez que aumenta la tensión por cualquier motivo. En la fase de la reconciliación llegan a pensar que "ésa" será la última vez.

"No volverá a pasar", se repiten mil veces las parejas que sufren violencia.

Interviene la fe religiosa: "ya se lo pedí a Dios, a la Guadalupana, etcétera".

También influye el narcisismo: "mi...

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