Una Diana para su cocina

AutorClaudia Mendoza, Érika Dávila, Esmeralda Martínez y Altagracia Fuentes

Entablar una plática con Diana Kennedy es prácticamente probar un poco de cada preparación mexicana hecha hasta en el más lejano rincón del País.

Sus experiencias y descripciones son tan ricas, que pueden transportar a quien la escuche a donde su imaginación se lo permita.

Su presencia en Monterrey fue un deleite para quienes tuvieron la oportunidad de convivir con ella, pero especialmente en la graduación de la nueva generación de chefs del Centro de Estudios Culinarios Roccatti, en donde ninguno perdió la oportunidad de tomarse la foto del recuerdo o pedirle un autógrafo para no olvidar la experiencia de haberla conocido.

Su plática es pausada, así que cuando se le pregunta por lugares o platillos, levanta la mirada al cielo como buscando en sus recuerdos aquellos sabores y aromas a evocar, y luego se concentra tanto en la descripción, que es difícil que no se quede atrapado en su conversación.

"Empiezo muy jovencita, mi mamá era maestra de escuela y ella cocinaba muy bien. Aunque no tenía dinero cocinaba muchas cosas y teníamos una dieta muy variada en aquel tiempo, entonces nos 'pega' a mi hermana y a mí el gusto por cocinar. Luego, gané una beca para una escuela muy buena y fue muy interesante porque tuvimos clases de cocina en aquel tiempo y aprendimos a preparar muchas cosas".

En una revolución en Haití conoció a su esposo, Paul Kennedy, quien fue corresponsal del New York Times en México y el Caribe. Él tenía como base el Distrito Federal y hubo flechazo, agrega.

Luego de conocer México y sus riquezas, regresó a Nueva York por la enfermedad de su esposo, pero al fallecer Paul se dedica a dar clases de cocina mexicana en la Gran Manzana.

"No se me ocurrió dar clases hasta que regresé a Nueva York, porque mi esposo estaba enfermo y ahí el corresponsal de la comida en el New York Times me dijo que por qué no daba clases de cocina mexicana y me dije, ¿por qué no?

"Inicié con cinco personas, y alguien de una casa editorial en Nueva York muy importante me pidió un libro, sin que yo tuviera que ofrecerlo".

Así empezó a visitar México cada año por una década. Dice que la mitad del año se la pasaba viajando por todo el País, recopilando recetas para su primer libro.

Kennedy viaja ligera de equipaje y de compañía. Asegura que esos apasionantes recorridos que realiza por carreteras perdidas en el mapa, los disfruta más cuando los hace sola, porque así no necesita conversar y se dedica a admirar el paisaje.

Luego de ir y venir entre México y...

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