El día antes de Noche Buena

AutorDaniel de la Fuente

Dice que no trae el mismo entusiasmo de julio pasado; no sólo porque en aquella ocasión lo movió el voto para Presidente, sino porque le parece chocante volver a votar por Alcalde de Monterrey cuando ninguno de los candidatos le convence.

"Y luego para que anularan todo", refunfuña Pedro Martínez a las afueras de la Escuela Leonor Flores, en el Barrio San Pedro, en Solidaridad. "Todo es pura faramalla, nos usan como quieren, ni les importamos".

Vecino de la zona, sin compañía porque su familia no se quiso levantar porque un día antes fueron a una posada, Pedro avanza en la fila de apenas 30 metros que se formó afuera de la casilla con los madrugadores, la mayoría ancianos, mujeres, algunos jóvenes. Para las 9:30 horas de este fresco día soleado la fila habrá desaparecido. No se volverá a integrar otra.

Del lado opuesto, en el Instituto de Educación Naciones Unidas, que capturó la atención nacional en los comicios pasados por ser de las más grandes y con filas interminables de ciudadanos en la Colonia Cumbres Elite, las cosas pintan parecidas. Aunque el padrón de 29 casillas abarca 22 mil personas, en las primeras horas apenas ingresan algunas decenas.

Cómo no: de aquel total se anularon 12 casillas el 1 de julio. Horas y horas en vano, miles que vieron su voto en la basura. Decepcionante.

"Necesito un funcionario, uno solo, ¿uno de ustedes quiere ser funcionario?", pregunta el presidente de una de las casillas de Naciones Unidas y las cuatro personas que aguardan en la fila dicen con la cabeza que no. Aquél suspira y entorna los ojos.

Contrario a las casillas desoladas a la redonda, cientos de autos entran y salen sin parar del complejo comercial Plaza Cumbres y de Costco. Esto será así todo el día. Lo mismo sucederá en las casillas del Centro donde, por el contrario, Morelos, Juárez y Padre Mier son un hervidero de gente que no trae su pulgar manchado y sí llevan bolsas con sus compras de última hora.

"¿Qué le vamos a hacer?, uno tiene que estar aquí hasta que sea la hora del cierre", dice Josefina Benavides, presidenta de una casilla situada en su casa sobre la calle Arista. Ella puso un pino de Navidad en la cochera, galletas y café. Nada.

"Seguro nos vamos a quedar con...

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