Despertar con la peste

Era tarde en la noche. La gente estaba durmiendo después de largas jornadas de trabajo.

Doña Elena había visto llover con fuerza en la tarde, pero no imaginaba la tragedia. Cuando despertó, las goteras empapaban su cama. Fue a la sala y vio como el agua, cargada de excrementos y con un olor nauseabundo, se colaba por abajo de la puertas y entre las ventanas. Su primera reacción fue de asco.

A ella, con 63 años, sólo le dio tiempo de encontrar refugio en la azotea. Desde unos seis metros de altura observaba como el agua cubría, en pocos minutos, la mitad de la casa.

A las 2 de la madrugada, ya había miles como doña Elena, esperando un milagro, que nunca ocurrió. La mayoría perdió casi todo.

La mayoría de las casas humildes que se encuentran sobre ese tramo de la carretera que une México con Puebla quedó cubierta por el agua. La solidaridad de algunos hombres aún con fuerza, permitió que en las azoteas se...

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