Sobreaviso/ La desilusión tricolor

AutorRené Delgado

El priismo está emproblemado. Creyendo que ya lo tenía, no encuentra un cuadro capaz de encabezarlo, reconducirlo y reconstituirlo.

En medio de la orfandad y el naufragio políticos a que busca sobrevivir esa fuerza, la ilusión le hizo creer que ese cuadro era Roberto Madrazo, un político audaz que perfiló las posibilidades de su liderazgo partidista adoptando una desafiante actitud ante el dirigente real del PRI, Ernesto Zedillo, y una revanchista postura ante las oposiciones. Esa práctica la mantuvo a todo lo largo del sexenio y tocó, hasta conquistar, el alma tricolor de un vasto sector de sus correligionarios.

Después de la derrota del 2 de julio, el Gobernador de Tabasco iba en caballo de hacienda rumbo a la dirección del Partido Revolucionario Institucional. Francisco Labastida estaba derrotado dentro y fuera del partido, igual que los cuadros que el zedillismo todavía quiso impulsar a la dirección del PRI, pero que se agotaron en cuanto empezaron los ejercicios de calentamiento.

Todo hacía pensar que los restos del naufragio tricolor eran de Roberto Madrazo. Hacia dentro de su partido, se presentaba como un cuadro capaz de reunificar a la fuerza tricolor; hacia fuera -en particular, hacia el foxismo-, como el mejor interlocutor de la Presidencia de Vicente Fox.

Esa ilusión, sin embargo, se despostilló el domingo pasado. Roberto Madrazo se enredó con sus propias agujetas y, de seguro, con el empujoncito que le dieron. Ahora, Roberto Madrazo ve emproblemada su aspiración a ocupar la dirigencia tricolor y su partido se encuentra frente a una disyuntiva: cerrar los ojos y mantener viva esa ilusión, o abrirlos y plantearse en serio el tipo de liderazgo que requiere para sobrevivir y reconstituirse.

A todo lo largo del sexenio, Roberto Madrazo desafió al liderazgo de Ernesto Zedillo que, paradójicamente, le dio más facilidades y apoyo que a muchos de sus propios colaboradores.

La misma elección del Gobernador de Tabasco marcó la ruta que seguiría a lo largo del sexenio, tanto frente a la oposición como frente al doctor Ernesto Zedillo. Una y otra vez se vio en apuros y -como diría Jorge Luis Borges del dictador argentino Leopoldo Galtieri que tomó por asalto las islas Malvinas y en la osadía encontró su propia derrota- nunca dudó en huir hacia adelante.

Casi al arranque del sexenio, Madrazo encontró su primer problema y, aun con la garantía presidencial de superarla, pasando a la Secretaría de Educación Pública a cambio de dejar la...

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