Desafío Extremo / Vive la adrenalina en las próximas lluvias

AutorJuan Guillermo Ordóñez

En más de una ocasión, en esta columna hemos hablado de la importancia de conocer la estacionalidad climática, para así aprovechar mejor las bellezas naturales o poder practicar deportes extremos.

Nuevo León no es la excepción y nuestro calendario está principalmente marcado por la posibilidad de nevadas en enero y febrero en las altas cumbres como el Cerro del Potosí y las sierras de La Marta y La Viga.

En primavera, el telón se levanta para actividades acuáticas, como natación, esquí sobre agua y cañonismo, hasta llegar al clímax del verano con el día con luz solar más largo del año.

A finales del verano, la temporada de huracanes nos trae la mayor concentración de lluvia de la temporada, y con suerte llega a recargar mantos acuíferos y embalses artificiales sin causar desastres.

Hoy hablaremos de dos sitios muy interesantes en la Sierra Madre Oriental, con altas probabilidades de recibir en los siguientes meses escurrimientos que generan bellas e impresionantes cascadas y saltos de agua.

El primero es el Saltito del Ángel, en el cerro La Esperanza, por el rumbo de Potrero Redondo, y que puede ser observado desde la vereda que lleva a la travesía del Medio Matacanes.

El segundo es la Caverna de La Trinidad. Su "entrada" se sitúa en plena pared, a unos 70 metros de altura en los Acantilados de La Trinidad, y que al ser el extremo de un resumidero en lo alto de la sierra, con grandes precipitaciones, genera un río subterráneo de buen caudal que sale al exterior en forma de un salto impresionante hacia el valle de los acantilados.

Mi primer contacto con el Saltito del Ángel fue durante el huracán Emily, en el 2005, cuando me adentré en el Cañón de Matacanes por la vereda del llamado Medio Matacanes, que inicia en el caserío de Corral de Piedra, a medio camino entre Puerto Genovevo y Las Adjuntas.

Mi objetivo era ver el descontrolado cauce del Río Ramos, pero en lo alto de la vereda fue grato ver que en la verticalidad y profundidad de sus paredes, una cañada había cobrado vida dando forma a un espectacular salto de más de 80 metros de altura.

Estaba como a unos 500 metros de este salto en la pared opuesta, pero pude observar un peñasco mediano frente al salto.

Pensé que si pudiera llegar a ese peñasco, la vista del salto, así como del cañón, sería muy interesante. Continué con mi objetivo de llegar al salto de los amigos en el río.

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