Denise Dresser / Pecado presidencial

AutorDenise Dresser

Hay dos clases de personas: aquellos que no saben y aquellos que no saben, pero creen que saben.

El Presidente es de los segundos. Alguien que todos los días se burla de los técnicos, llama a la economía un "oficio", desprecia el conocimiento, desdeña la ciencia, trivializa la experiencia y cree que siempre tiene la razón.

Alguien que todos los días desoye a quienes le presentan datos duros, ningunea a quienes le advierten sobre las consecuencias de las posturas que toma, acalla a quienes intentan decirle que está cometiendo errores y muy graves.

Con la forma en que recorta, gasta y redacta memorándums, López Obrador demuestra el talón de Aquiles del proyecto que quiere impulsar: su analfabetismo económico.

El mayor peligro de la 4T y quien la lidera no es su "populismo"; es su ignorancia.

Ignorancia sobre cómo funciona el Estado y cómo funcionan los mercados. Ignorancia sobre cómo se arma un presupuesto y las variables que intervienen en su elaboración y ejercicio.

Ignorancia sobre el vínculo entre crecimiento y recaudación, certidumbre e inversión, regulación y competencia, competencia y productividad, política social e informalidad, monopolios y extracción de rentas, capitalismo de cuates y subdesempeño económico.

El Presidente está intelectualmente atorado en los paradigmas del pasado.

Habla y escribe y dicta documentos como si hubiera dejado de leer, informarse y educarse desde 1970.

Defiende su visión de capitalismo estatal y discrecional como si esos modelos no hubiera producido crisis tras crisis debido a la politización y personalización de la política económica.

Presume un Plan Nacional de Desarrollo inspirado en documentos de 1906.

La ignorancia económica del Presidente sería menos grave si se dejara educar, si tuviera voluntad de aprender, si reconociera sus limitaciones en este tema y permitiera que otros lo asesoraran.

Pero en México ya no hay un Gabinete funcional; hay un Gobierno cada vez más unipersonal.

López Obrador revela el carácter de quienes lo rodean y ellos demuestran no tenerlo.

Gente talentosa que carece de fuerza interior hace las concesiones obligadas, acepta las humillaciones impuestas, obedece las instrucciones presidenciales aunque las sepa desinformadas o tóxicas.

He ahí a Carlos Urzúa agachando la cabeza, a Arturo Herrera mordiéndose la lengua, a la Subsecretaria de Egresos de Hacienda intentando explicarle al Presidente que sus números simplemente no dan, a los pocos técnicos que quedan proveyéndole una...

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