Denise Dresser / Patriotismo 1.0

AutorDenise Dresser

El discurso de Enrique Peña Nieto ante las bravuconadas de Donald Trump fue lo mejor que ha dicho en su Presidencia. Era necesario responder, era indispensable contestar, era imperativo alzar la cabeza en vez de agacharla. Pero sus palabras tampoco merecen los galardones verbales que ha recibido. Cantinflas no se convirtió en Martin Luther King.

El posicionamiento digno del Presidente llega demasiado tarde, cuando ya se le percibe demasiado débil. Un discurso breve no puede remontar los errores cometidos, los vacíos generados, las contradicciones inexplicables. Desde que Peña Nieto invitó a Trump a México y nos humilló, la postura hacia Estados Unidos ha sido zigzagueante. A veces firme, a veces timorata, frecuentemente contraproducente.

El Gobierno mexicano se dice ofendido por Trump, pero sigue haciéndole el trabajo sucio al detener y deportar a inmigrantes centroamericanos. El equipo de Peña Nieto se envuelve en la bandera nacional, pero continúa librando una guerra contra las drogas que el vecino exige e impone. El Presidente reclama de manera airada a su contraparte, cuando en muchos ámbitos hace lo que Trump le pide.

Por eso los vaivenes, por eso las incongruencias que un discurso pronunciado a meses de dejar el poder no puede remediar. La postura que Peña Nieto asumió hace apenas unos días es la que debió haber asumido hace unos años. Debió haber defendido a México desde el primer día en que Trump nos llamó criminales y violadores y "bad hombres". No lo hizo y ahí están las consecuencias. Trump cree que puede bulear a México porque el Gobierno de Peña Nieto le ha dado oportunidades reiteradas para hacerlo.

Los costos de pensar que la relación bilateral podía transitar mayoritariamente por una relación personal han sido muy altos. Al poner todos los huevos mexicanos en la canasta de Jared Kushner, Videgaray contribuyó a que muchos de ellos se rompieran. Al apostarle a la amistad con su yerno, el Canciller pensó que podía influenciar al Presidente estadounidense y no ha sido así.

Kushner no ha sido capaz de atemperar a Trump, o moderar su discurso hacia México. Ha prometido cosas que no ha podido cumplir, colocando a Peña Nieto en posiciones humillantes, llamada tras llamada, visita cancelada tras visita cancelada. Trump sigue pateando y amenazando porque le conviene políticamente hacerlo. Porque su base dura lo aplaude. Porque así funciona...

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